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Mostrando entradas de noviembre, 2016

Presupuestos para la reforma de la Administración

“Los Presupuestos Generales del Estado constituyen la expresión cifrada, conjunta y sistemática de los derechos y obligaciones a liquidar durante el ejercicio por cada uno de los órganos y entidades que forman parte del sector público estatal”. Es la definición contenida en el artículo 32 de la Ley General Presupuestaria. Ingresos y gastos que, cuando hablamos de las Administraciones, de las entidades que integran el sector público estatal, sólo pensamos en los segundos. Las Administraciones son vistas, usualmente, como fuente de incompetencia, de inoperancia. Cuando al artista cubano Carlos Garaicoa (La Habana, 1967) se le preguntaba, en El Cultural, qué es lo que se tendría que hacer para mejora la situación cultural española responde con un “menos burocracia”. Me he quedado petrificado. Que cubanos consideren que uno de los problemas que acucian a la cultura española sea la burocracia, nos debería hacer pensar. Es la muestra, entre otras, de que ha calado, y muy profundamente, entre

¿Es el federalismo la solución?

El que la demanda secesionista está tensando las costuras de la organización territorial del Estado no es un descubrimiento. Es una obviedad. Y lo es porque, no cabe duda, sus pretensiones no encajan en la Constitución; ni las de considerar que su objetivo secesionista, apoyado o no, por un sector de la población, sea un salvoconducto frente a la Ley. El secesionismo, en su pretensión rupturista, no sólo quiere romper con las reglas de la organización territorial del Estado, sino lo que es, incluso, aún más grave, con las del Estado de Derecho. Se podrá manifestar el número de descontentos que se quiera. Se podrán alegar sedicentes exigencias democráticas. Se podrá apelar al pueblo. Se podrá pretender constituir un hecho desde el que deducir una exigencia jurídica. Se podrá argumentar como si Cataluña ya fuese independiente, de modo y manera que cualquier exigencia “externa” sea reputada como colonial, autoritaria o fascista. Se podrá pretender, alegar o argumentar lo que se quiera, pe

En círculos, como una peonza

Miles de personas se han manifestado en Barcelona contra la Justicia española . “Por la democracia. Defendamos nuestras instituciones”. El eslogan elegido expresa la lógica del secesionismo: la defensa de “nuestras” instituciones como exigencia democrática. El “nuestro” es la clave de bóveda, la que lo explica todo. El “nuestro” mayestático, el del soberano. El “nuestro” del pueblo, el elegido. J. H. Elliot, el hispanista inglés, en una entrevista publicada este fin de semana, exponía que también el catalanismo había cultivado, como otros nacionalismos, la vieja enseña del pueblo elegido. Siendo así que es el pueblo elegido, el adornado por los méritos de la inteligencia, la cultura, el esfuerzo, la riqueza, y otros dones, ¿cómo el Estado decadente español, el de la democracia de pésima categoría o de low cost, puede decirle qué es lo que está bien o mal? ¿Cómo la justicia de ese Estado puede “perseguir” a los representantes de “nuestras” instituciones? En la lógica del pueblo elegid

Frente al descontento, regeneración

Uno de los pactos de Estado imprescindibles es el denominado, genéricamente, como el de la regeneración. Regenerar al régimen político, al Estado democrático de Derecho constituido por la Constitución española, para, parafraseando el significado incluido en el Diccionario de la Lengua Española, darle nuevo ser, restablecerlo o mejorarlo. Si es necesario es porque sufre problemas, amenazas o quiebras. En definitiva, soporta una crisis que es conveniente solucionar para que siga prestando la función que justifica su existencia. La crisis del Estado tiene varios frentes. El más importante es el de la legitimidad. Esa delicada flor que lleva a los ciudadanos a aceptar el poder, a obedecer. Y así lo hacen, porque creen que las instituciones atienden sus necesidades mediante la representación que los partidos, investidos de distintas ideologías, obtienen en la competencia electoral. La crisis de la legitimidad viene por esta vía, la de los partidos y, sobre todo, la de las ideologías que los

¿Qué son las instituciones?

Ralf Dahrendorf, en su libro Ley y orden (Cuadernos Cívitas, Madrid, 1998) se interroga sobre ¿Qué son las instituciones? Una reflexión importante en el contexto del "liberalismo institucional" que postula.  Es un término confuso. En su significado más prístino, el que, por ejemplo, recoge el Diccionario de la Lengua Española, institución es un establecimiento, una fundación, un organismo, una organización, … Tiene un significado organizativo. Institución y organización se confunden. Así, cuando hablamos de instituciones públicas, nos referimos a los organismos que forman parte del Estado. En la Constitución, por ejemplo, se hace uso de este significado para referirse al Defensor del pueblo (art. 54), las organizaciones o instituciones internacionales (art. 93) y al jurado (art. 125). En el ámbito del Derecho administrativo, se habla de la “Administración institucional” o “sector público institucional” (Ley 40/2015).  En el ámbito de la sociología y de la politología e

Reordenación ministerial desde París

Nuevo Gobierno. Después de casi un año, nuevo Gobierno del antiguo Gobierno. Pocas novedades. La única significativa es la creación del Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital. En el Real Decreto de reestructuración se detalla que le corresponde la propuesta y ejecución de la política del Gobierno en materia de energía, turismo, telecomunicaciones y sociedad de la información, así como el desarrollo de la agenda digital. Si la organización es la plasmación de una política, el nuevo-antiguo Gobierno muestra que es aún más antiguo. Mucho. Todo esto, el mismo día en el que entraba en vigor el Protocolo de París del Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. La coincidencia no puede ser más nefasta. Ensalzado como un acuerdo histórico, es más una pieza simbólica que una norma jurídica. Es una muestra del denominado soft law. Un objetivo genérico de limitar el calentamiento mundial a mucho menos de 2º C por encima de los niveles preindustriales y proseguir los

Espectáculo y payasada

La sesión de investidura se convirtió en un espectáculo. ¿Es lícito convertir el Congreso en un escenario del espectáculo de la política? ¿Es recomendable convertir la política en espectáculo? El término espectáculo tiene cuatro significados en el Diccionario de la Lengua española. Van desde una actividad a desarrollar en cierto lugar hasta un contenido, y siempre alrededor de la exposición pública de algo, con el objetivo de suscitar una reacción en el público asistente. Supone, bien sea una función o diversión pública, o bien cualquier cosa que se ofrece a la vista o a la contemplación intelectual, la capacidad de atraer la atención y mover el ánimo infundiendo deleite, asombro, dolor u otros afectos más o menos vivos o nobles. La política no se ha convertido en espectáculo. Siempre lo ha sido; siempre ha disfrutado, tanto como función o como exposición pública, de la capacidad, obediente a cierto ánimo, de atraer la atención y promover la reacción de los espectadores: los ciudadanos