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Mostrando entradas de marzo, 2012

La pública ambición

La ambición está mal considerada. Tiene mala prensa. La ambición no es comprendida. Según el Diccionario de la Lengua española, es el “deseo ardiente de conseguir poder, riquezas, dignidades o fama.” El deseo y, además, ardiente. Qué curioso. Lo de menos es el objeto sobre el que se proyecta dicho deseo: poder, riqueza, dignidad o fama. Estamos ante un deseo casi sexual, tan ardorosamente como el sexual. Este tipo de deseo sólo se puede manifestar en la intimidad, con las personas con las que se comparte esta intimidad. Es lógico, por lo tanto, que entre nosotros no sea un deseo a publicitar, sólo a compartir. En la lengua inglesa, por ejemplo, en el Merriam-Webster dictionary, ambición, o ambition, es un “ardent desire for rank, fame, o power”. En cambio, se añade, un segundo significado: “desire to achieve a particular end”. Aquí está la diferencia. Entre nosotros, y también según el primer significado del diccionario de la lengua inglesa, es sólo el ardiente deseo. En cambio, en el

Derrame en el Golfo de México

El día 27 debía haber comenzado en Nueva Orleans, ante el Juez federal Carl J. Barbier, el denominado pleito del siglo. El pleito de los 40.000 millones de dólares. Se debían ventilar las responsabilidades de BP, Transocean y Halliburton, en relación con los daños producidos por el vertido de petróleo procedente de la plataforma petrolífera Deepwater Horizon, en el Golfo de México, tras una explosión que mató a 11 personas. Esto sucedió el 20 de abril de 2010. El accidente produjo el vertido de más de 4,9 millones de barriles, una cantidad superior a la cuarta parte del consumo diario de Estados Unidos. El juez ha acordado posponer el comienzo del juicio una semana, a la espera de que las partes lleguen a un acuerdo. La singularidad no radica sólo en la magnitud del desastre sino, especialmente, en el cómo se ha hecho frente al mismo. La empresa BP dotó inmediatamente un fondo independiente de 20.000 millones de dólares para cubrir todas las reclamaciones de daños. A día de hoy ha abo

Ignorancia

Una de las tareas más ingratas con las que nos enfrentamos los docentes, al menos, en mi caso, es la de hacer superar a los estudiantes el temor a la ignorancia. Está mal visto entre nosotros poner de manifiesto lo que ignoramos. En las clases es aún más trágico porque paraliza el conocimiento. Es el temor a que se rían de uno. El temor al ridículo. Intento transmitir a mis alumnos que la ignorancia es la antesala del conocimiento. Es un empeño, a veces, baldío, dirigido, además, a relajar el ambiente y, sobre todo, romper el sentido del ridículo, tanto de aquellos que hablan como aquellos que sonríen. Me ha resultado de mucho interés saber que Confucio dijo que el conocimiento real es conocer la amplitud de nuestra propia ignorancia. El gran filosofo chino del siglo VI a.c. quiso señalar que la finalidad del conocer no es, paradójicamente, satisfacer nuestra ignorancia sino mostrarla en su extensión. Esto alienta el propio proceso del conocimiento. El conocimiento muestra la ignoranci