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Mostrando entradas de septiembre, 2015

Se "plebiscita" sobre el Estado de Derecho

Entramos en la semana decisiva. Ya quedan pocos días. Todo depende de los indecisos. De aquellos que, a estas alturas, no saben qué van a votar. En este “plebiscito” impostado e impostor, tendrán que elegir entre independencia o Estado de Derecho. Ya conocen las consecuencias. Lo han dicho todos, en todos los idiomas y de todos los mundos. Los últimos en sumarse han sido los banqueros. A pesar de todo, una mayoría de los catalanes, según una reciente encuesta, sigue creyendo que una Cataluña independiente no saldría de la Unión Europea (un 45 %). ¿Cómo la Unión va a expulsar a una nación tan rica, culta y poderosa como la nuestra? El mesianismo, cultivado por el nacionalismo durante tantos años, sirve de sostén al fanatismo, a la irracionalidad que prefiere creer a los “suyos”, frente a la autoridad de los que tienen el poder para decidir sobre las consecuencias que tendría la secesión unilateral. El que, además, estas opiniones sean sostenidas por personas de alto nivel adquisitivo y

En manos de la CUP

Estas elecciones eran muy peculiares. Muy distintas a todo lo vivido en España hasta ahora. Los nacionalistas las habían convertido en un reto al Estado, a la España democrática, al Estado de Derecho. El objetivo no podía ser más imposible, no sólo porque no se podría alcanzar, sino por la imprecisión del mismo procés en relación con varias cuestiones capitales: quién lo dirigirá, hacia dónde y cómo. Ahora ya lo sabemos: la CUP. El carácter plebiscitario lo ha condicionado en el plano político. Se ha tratado de una gran trampa de destrucción masiva. Se ha engañado a los ciudadanos con mensajes que eran grandes mentiras. La más escandalosa la de la expulsión de Cataluña de la UE y la ausencia de procedimiento en los Tratados para llevarla a cabo. Cuando, como es evidente, se trata de una salida inducida por la propia declaración unilateral de independencia. La gran mentira ha sido el objetivo trazado para medir el éxito. Cuando los partidos independentistas que hoy se han presentado en

España ante el espejo de Cataluña

Se aprende de los errores, propios y ajenos. España también tiene que aprender de los suyos. Los que han contribuido al gran error del nacionalismo catalán. La primera lección se refiere al poder de la ideología. Cuando algunos proclamaban su fin, el nacionalismo ha mostrado su fortaleza. Combina simplicidad con eficacia. La simplicidad que unifica al conjunto de los ciudadanos alrededor de dos ideas centrales. La primera, que somos distintos; que tenemos unos rasgos que nos identifican. Somos una nación. Y, la segunda, que estamos siendo atacados. Y lo hacen precisamente porque somos una nación, con unas cualidades, usualmente superiores a los que no son como nosotros y, en particular, a nuestros atacantes. La plasmación de este discurso es el consabido lema de “España nos roba”. Nos roban porque somos ricos. La singularidad del nacionalismo catalán, a diferencia del de los movimientos de liberación nacional, es la de que lo es de los ricos y para ser más ricos. Esta ideología necesit

¿Deben los empresarios pronunciarse?

Hace unos meses, el director adjunto de este periódico, Martí Saballs, se preguntaba: “¿Cuándo empezarán a balar los corderos en Cataluña?”. Se refería al silencio del empresariado catalán en relación con el “proces”, el reto secesionista. Pasados los meses, la pregunta sigue viva. Tanto como el silencio. Tal vez, la pregunta está mal planteada. ¿Por qué tienen que balar? Esta pasada semana, un buen amigo, B. Arruñada, junto con V. Lapuente, publicaba un artículo en el que adelantaba una hipótesis. A diferencia de la clerecía, religiosa y pagana, “permanecen callados porque, al contrario que los clérigos, el mucho hablar daña su medio de vida”. Sin embargo, hay algunos que sí han hablado, aquellos que lejos de sufrir daño, les beneficia. Los empresarios que han ratificado el Manifest del Far, los que apoyan el derecho a decidir y lo que esto significa, la secesión. Ya no hay engaño. Los términos del debate son diáfanos. Las consecuencias, también. Martí Saballs nos contaba en julio qu

Ninguna condena

Regresamos y el panorama es el mismo. Lo del nuevo curso es historia. Como contaba Arcadi Espada este sábado, lo de la Nueva Era es algo del pasado. Ni libreta nueva ni nada. La historia, con minúscula, de la política española, es un continuum que no respeta, ni las vacaciones, ni el sagrado mes de agosto. Continuamos con la corrupción. Nuevos casos. Antiguos problemas. Por fin, encontramos respuesta a lo que tanto nos desazonaba. El 3 por 100. La famosa acusación de Maragall dirigida a Mas en el Parlament. Hay, según parece, pruebas documentales. Aunque el que, en aquellas fechas, era Vicepresidente y dirigente de ERC, llegara a elevar el porcentaje a cifras superiores, en el imaginario colectivo se nos quedó aquella cifra. Viene de la mano de otro caso de corrupción. El acusado es el mismo. La respuesta es la misma. La apariencia de tranquilidad es escandalosa. Demasiada arrogancia. La de aquél que conoce qué es lo que sucederá. Las acusaciones comienzan fuerte, muy fuerte, pero lueg