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Mostrando entradas de febrero, 2019

El bando de la tiranía

El 80 por 100 de los encuestados cree que “Cataluña estará presente en la campaña electoral”. Así resulta de una encuesta publicada por ABC este domingo. El problema es el cómo estará presente. No me canso de repetir que el debate sobre el mal llamado problema catalán se lleva a cabo en el marco del relato secesionista. Se ha normalizado que hay una crisis entre Cataluña y España como dos realidades institucionales separadas que sólo falta “formalizar”, o sea, reconocer la independencia de Cataluña. Es falso de toda falsedad. Cataluña es tan España como Canarias. En Cataluña hay españoles que resisten al vendaval secesionista. El porcentaje de los favorables a la independencia ronda el 47 % de los encuestados. Unas cifras que son insuficientes para sostener, en términos internacionales, cualquier proceso de secesión. Por esta razón, presionan cada vez más al no secesionista. Todo lo fían al sedicente principio democrático; a un supuesto fundamento político, porque no hay apoyo jurídic

Junqueras ante el Supremo

En la novela “Yo, el supremo”, A. Roa Bastos, atribuye al Supremo, al dictador paraguayo José Gaspar Rodríguez de Francia, presidente entre los años 1814 y 1840, y que se autodenominó a sí mismo como Supremo Dictador Perpetuo de la República de Paraguay, una reiterada querencia por la Ley. Era, para el tirano, un “símbolo”; el de su voluntad, nada más, cual Moisés. “Arreciando las distinciones y los limites también le diría que, frente a esos atilas montaraces, me yergo humilde y me siento modesto. Jefe patriarcado de este oasis de paz del Paraguay, no uso la violencia ni permito que la usen contra mí. Digamos, en fin, aunque sea mucho y sólo por figura y movimiento de la mente, sentirme aquí un recatado Abraham empuñando el cuchillo entre estos matorrales del tercer día de la Fundación. Solitario Moisés enarbolando las Tablas de mi propia Ley. Sin nubes de fuego alrededor de la testa. Sin becerros sacrificiales. Sin necesidad de recibir de Jehová las Verdades Rebeladas. Descubriendo

Paroxismo del cinismo

El Gobierno Sánchez pasará a la historia de España como el de los excesos. Nunca tan pocos quisieron hacer tanto para terminar haciendo tanto daño. Es ya un tópico hablar de la calidad de las instituciones, como condición del progreso de una nación. Con Sánchez, la patrimonialización del Estado ha llegado hasta lo grotesco. Sensibilizados con la corrupción, nos parece indignante que se haya repartido cargos en la Administración y, en particular, en el denominado sector público institucional (empresas públicas) sin tener en cuenta ni el mérito, ni la experiencia. Se ha entregado la gestión de empresas con miles de empleados, millones de euros de facturación, a personas que no saben lo que es un balance. Los nombramientos han obedecido a criterios políticos y, sobre todo, de afinidad o de amistad: a los amigos se les ha regalado un momio a cuenta del Estado. Así, a un “funcionario” de la Federación Española de Municipios y Provincias, encargado de la organización de viajes, se le nombra

Verdad y resiliencia

Se inicia el juicio. Una fase relevante dentro del proceso penal contra el golpe de Estado en Cataluña. La finalidad, según la ley procesal penal, es doble. Por un lado, la práctica, con inmediatez y contradicción, de las pruebas y, por otro, la formulación definitiva de las conclusiones en relación con los delitos de los que son acusados los inicialmente responsables. La palabra clave es: verdad. Verdad que ha de sobresalir de las pruebas practicadas durante la misma vista. La inmediatez y la contradicción habrán de permitir su constitución. Los jueces que integran el tribunal se enfrentan a las pruebas para decantar cuál es la verdad de los hechos inicialmente calificados como delito. La verdad es la conformidad del juicio a los hechos. La verdad judicial es el juicio que los jueces constituyen sobre los hechos para, a su vez, producir la calificación jurídica y la consiguiente consecuencia establecida en el Código penal. Así expuesto, la vista y la subsiguiente sentencia se present

Hacia el infierno

El infierno está lleno de buenas intenciones; en Política, no existen. El infierno político está lleno de malas decisiones. Una de ellas, la de contar con un mediador en la mesa de partidos. Es evidente que no es necesario; y, en cambio, significativo que quien lo anuncia es Carmen Calvo, en su condición de vicepresidenta del Gobierno (no como la secretaria de igualdad del PSOE). Se hace al margen de los cauces del partido porque es una decisión del Gobierno de España que, encima, se presenta como medida dentro de la estrategia para solucionar “la crisis política que afecta a Cataluña”. El Gobierno de España se pliega a que los partidos debatan bajo el tutelaje de un mediador/relator/notario/o lo que sea. Dice que, también, convocará y elaborará el acta, además de dinamizar, insiste, las conversaciones. Cuenta la leyenda que Churchill estuvo a punto de tomar el té con Hitler en el año 1932 en un hotel en Múnich. El acto más ingenuo, como tomar el té, podría haber cambiado el decurso d

Reivindicación del idiota

Si se busca “idiota” en Google, la primera imagen que aparece es la de Donald Trump. Sundar Pichai, el máximo responsable de Google, lo explicó, a preguntas de la congresista demócrata Zoe Lofgren, durante su comparecencia en el Comité Judicial de la Cámara de Representantes de EE.UU., el pasado diciembre. Dijo que es obra de un algoritmo; no hay intervención humana. Es el algoritmo el que califica a Trump de idiota. No hay maldad y, aún menos, es un insulto. No se ha destacado la importancia que tiene ese adjetivo para la democracia. El origen etimológico de “idiota” se encuentra en la palabra griega ἰδιώτης. Su raíz ἴδιος (idios) significaba lo privado, lo particular, lo personal. El idiota era aquel que se preocupaba sólo de sí mismo, de sus intereses, de sus asuntos, sin prestar atención a los públicos o políticos. El idiota está tan ensimismado en sus asuntos que cae en falacias sorprendentes. Porque sólo el idiota puede desconocer lo obvio, lo evidente. Sus reacciones, incluso,

¿Para qué sirve el Estado?

Cuando a mediados del siglo XVII, los liberales se enfrentaron a la tarea de argumentar el por qué y el cómo había de limitarse los poderes del Rey para garantizar la libertad, acudieron a la descripción idealizada del pasado. Elaboraron un relato según el cual los hombres, antes de entrar en sociedad, vivían libres, en un mundo perfecto, el natural o de la naturaleza, en el que podían disfrutar de sus derechos sin restricción alguna. Esa libertad era, sin embargo, continúa el relato, fuente de desórdenes. La libertad hizo caer a los hombres en el desvarío de perseguir sólo sus intereses, sin limitación. La libertad atropellaba a la libertad. Era necesario establecer restricciones, un orden precisamente para, paradójicamente, garantizar la libertad. Los hombres renuncian a la libertad (del estado de la naturaleza) para garantizar la libertad (del estado civil). Este tránsito sólo podía ser fruto del consentimiento, del acuerdo, de la voluntad, del pacto. El Estado sólo tiene sentido (

De la caducidad a la independencia

La polémica se ha vuelto a desatar con la reciente Sentencia de la Audiencia Nacional de 28 de diciembre que anula las sanciones impuestas por la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC) a empresas papeleras por concertación de precios (cartel). El motivo de la anulación ha dado alas a la crítica: la CNMC notificó la resolución fuera del plazo de los 18 meses establecidos en la Ley. El procedimiento había caducado cuando aquella fue notificada cinco días después. A lo largo de la tramitación del procedimiento se produjeron hasta tres suspensiones que añadieron 220 días. Se puede entender el error, aunque, dada la relevancia de la función, es inadmisible. Es entendible, pero es injustificable. Se transmite una imagen del regulador que alienta el cuestionamiento de su cualificación, su competencia, su diligencia e, incluso, su independencia. El contexto político anima; es el del furor democrático-asambleario, camino elegido por algunos para socavar, precisamente, a l