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"La verdad os hará libres"


Esta frase, que se encuentra en el Evangelio según San Juan (8,31-42), expresa algo que está profundamente arraigado en nuestra cultura: la mentira esclaviza, la verdad libera. El ex senador, ex juez en activo y, probablemente, ex todo, S. Vidal, viene reiterando a lo largo de la geografía catalana y ante muy distintos auditorios, entregados a la causa, con presencia de dirigentes de la Generalitat y de los partidos secesionistas, todo aquello que tenemos la sospecha de que el secesionismo está haciendo. Suponer que los secesionistas no están preparando la secesión es absurdo.

Las palabras tienen dos planos de análisis. Por un lado, el estrictamente literal. Que hay una “Generalitat en B” que cuenta, entre otros, con los datos fiscales de todos los catalanes, que ha fichado a todos los jueces, que ha buscado la financiación internacional, que ha tanteado el reconocimiento de unos u otros Estados, e incluso, el de una potencia internacional no europea, que ha preparado unidades policiales en labores de contra-inteligencia, … ¿alguien duda de que no sólo lo están haciendo, sino que, además, en coherencia con sus objetivos, es razonable que lo hagan?

Y, por otro, el escándalo que ha suscitado esas palabras. Según parece, todavía hay ingenuos que creen que los secesionistas no van en serio. Se sorprenden que están creando las “estructuras de Estado” y que ya hay una organización, dotada de importantes fondos públicos, comprometida, al margen de la legalidad, con ese objetivo. Algunos piensan que todavía estamos en el debate de las ideas, en el político, e, incluso, que el suflé está bajando o bajará. No. Van en serio. Están preparando la subversión del orden constitucional. Que se le llame golpe de Estado o lo que sea, es puramente semántico. El nombre se tiene que rendir ante la evidencia de que el objetivo es la abrogación del ordenamiento jurídico español y su substitución por otro, el catalán. Se intenta aparentar como un proceso pacífico, participativo e, incluso formal. La denominada Ley de transitoriedad tendría como finalidad regular el paso de una legalidad a la otra (“de la ley a la ley”) olvidando algo tan extraordinariamente básico como que el actor que lo haría posible, el pueblo catalán, debería ser un sujeto soberano y tal condición sólo podría alcanzarla en contra de la legalidad interna e internacional. Se pretende erigir sobre la base de la efectividad.

La legalidad siempre ha sido contrapuesta a la efectividad. Ya el gran jurista H. Kelsen (1881-1973) afirmaba que, en última instancia, el ordenamiento jurídico tiene su fundamento en la regla de la efectividad. La república catalana será independiente si, efectivamente, lo es. Y lo será si es reconocida por la Comunidad internacional. Sobre esta base, y la determinación de que se haga realidad, los secesionistas están preparando la república. Y, en esta clave, se insertan las palabras de Vidal.

Desde el punto de vista de los secesionistas, le critican su megalomanía, su afán de protagonismo, su patológico deseo de ser el centro de todo, incluso, de la conspiración, hasta el extremo de revelar lo que se están haciendo y, además, desde hace tiempo. Pretenderán decir que es mentira. Juegan con el equívoco y la confusión. La estrategia de la tinta del calamar. Los datos fiscales son muchos y de muy distinto tipo. Probablemente, se ha creado una base de datos integrando los dispersos y de múltiples fuentes. Al menos, es el comienzo para erigir el sistema tributario. No pretenden tenerlo cerrado o finalizado, sólo el embrión.

Que sea legal o ilegal es irrelevante: es una pieza menor de la gran ilegalidad en que consiste el proceso mismo. A mi juicio, el escándalo que ha suscitado es porque, algunos, como digo, se han convencido, por fin, de que van en serio. Que los preparativos no son meramente teóricos, como los distintos estudios que vienen haciendo, sino que se está pasando a los hechos, a los dispositivos para tener o contar con una república, al menos, en sus albores.

Y frente a esto, ¿qué se está haciendo? Me imagino que, con discreción, se estará trabajando por los servicios exteriores del Estado para conjurar cualquier intento de reconocimiento que sirva de base al indicado principio de efectividad. Sin embargo, falta lo principal: una auténtica política sobre Cataluña. La dificultad es la falta de interlocutor territorial para ejecutarla. ¿Cómo se puede alcanzar un acuerdo sobre financiación cuando uno de los interlocutores no comparece? ¿cómo se puede mejorar la red de cercanías cuando al Govern ni se le espera? Si uno de los jugadores no acude, no hay partido. Y si no hay, los perjudicados son los espectadores. Esta circunstancia socava, y gravemente, la credibilidad de los secesionistas. ¿Cómo pueden seguir hablando de los problemas de Cataluña cuando no hacen nada por solucionarlos? Su incomparecencia es la que impide remediar las contrariedades que se han erigidos para justificar el mismo proceso. Demuestran su intransigencia cuando están dispuestos a sacrificar, en el altar de la patria, todo, incluso, el bienestar de los ciudadanos. La verdad nos hará libres, también del populismo iluminado, al modo Trump, del nacionalismo.

(Expansión, 31/01/2017)

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