

Anoche, de madrugada, estuve acompañando a mi hijo mayor a visitar la concentración de la Puerta del Sol, en Madrid. Fue una experiencia muy interesante. No tenía un especial interés pero mi hijo si lo tenía y mucho. Quería conocer de primera mano qué es lo que ha concitado que tantos miles de personas se reuniesen en el centro de Madrid. La conclusión que he sacado es que no estamos ante ningún movimiento político con programa y dirección. Es una concentración de personas que sólo tienen en común el enfado, la indignación, el cabreo. Están muy enfadado con lo que ven, sufren y, sobre todo, con la pérdida de esperanza. Ni la causa ni la alternativa están definidos. La causa del enfado es el "sistema", todo y nada. Y la alternativa es igualmente indefinido: una amalgama incoherente de propuestas que sólo tienen en común que rompen en más o en menos con lo que ven. Es tan incoherente como criticar el sistema económico y los mercados y, al mismo tiempo, pedir un empleo, una casa, el pan, ... etc como si existiese otro sistema económico que pudiese facilitar, sin pérdida de las libertades, estos otros objetivos. Es lo de menos. Lo más importante es que están cabreados, muy enfadados pero tampoco saben muy bien qué es lo que hay que hacer: están convencidos respecto de qué es lo que no quieren pero no saben qué es lo que quiere. Esta indefinición acabará consumiendo la fiesta porque ¿qué es una fiesta sin música? Un entierro, así termina el chiste.

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