"Los nacionalismos no soportan la complejidad". Así lo ha afirmado el gran historiador José Alvarez Junco en una entrevista publicada en El País (aquí). El nacionalismo es homogeneizador y nada tolerante. Es significativo que tanto en Cataluña como en Escocia (aquí) demuestran, incluso, violentamente, la intolerancia respecto del disidente, del partidario de la unión. Junco ha construido en su famoso libro Mater dolorosa la explicación más solvente de la evolución del nacionalismo español e, incluso, su ausencia o inexistencia. Sin embargo, también ha caído víctima de la simplista visión de la realidad española actual. El empeño en mantener vivo la marca del autoritarismo y la falta de tolerancia entre nosotros. A la pregunta sobre el franquismo hoy dio la siguiente respuesta.
¿El franquismo arroja alguna sombra aún? La más clara, la falta de espíritu cívico. Una dictadura marca el paso. Si te apartas de la fila recibes un golpe. El día en que te dejan de dar golpes te sales porque no hay valores interiorizados. Se nota en la actitud; mira esos debates de la televisión, gritan. No se sabe debatir. Siglos de educación en el dogma y en la exclusión del discrepante que se agravaron con los cuarenta años de franquismo.Esta respuesta, estoy seguro, habría sido distinta de haber visto el debate entre Salmond y Alistair sobre la cesión de Escocia (video aquí). El debate celebrado el pasado día 25 causa impresión por varios aspectos. El que ahora me interesa es el que resulta de los ojos acomplejados de un español educado en las coordenadas del franquismo, como es mi caso. Nunca y digo nunca he visto en la política española un debate más rastrero y menos respetuoso. En un determinado momento, y durante muchos minutos, los intervinientes se atropellaban uno a otro, se arrebataban el uso de la palabra, ... era un guirigay incomprensible. Sazonado por los gritos del público que aplaudían y vitoreaban a uno o a otro, en función de sus gustos. Todo poco democrático, tolerante y respetuoso. Al contrario. Tanto que se preguntan los periódicos para qué sirvieron tantas reglas para ordenar el debate (aquí). España tiene un negro pasado. Qué duda cabe. No se puede negar que hemos aprendido y que queda muy lejos el pasado franquista. Algunos se siguen empeñando en mantenerlo vivo para conseguir rédito político. Es fácil, para cierta izquierda, sacar la conclusión de que la derecha, la derechona es la continuidad del franquismo. No se entera. No. Así les va. Ese empeño ya no obtiene la renta que obtenía en el pasado. El ciudadano español ha cambiado y mucho. Basta ya de complejos.
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