Acabo de terminar la lectura de la biografía de Steve Jobs obra de Walter Isaacson. Un libro estupendo. He aprendido mucho. Soy usuario de Apple desde hace más de 20 años y en la actualidad sigo utilizándolos. MacBook, iPod, iPad, iPhone, ... están presentes, como desde hace muchos años, en mi vida y en la de mi familia. He seguido las peripecias de "nuestro líder" también hace años. Los appleadictos hemos constituido, ya no, una especie de secta que ha resistido frente al pensamiento único de Wintel. Eramos los rebeldes frente al monopolio de PC y de Microsoft. Ahora han cambiado las cosas. Ahora, Apple tiene un valor en Bolsa que multiplica por 7 el de Microsoft. Incluso, está entre las compañías más reputadas del mundo, además, de ser de las empresas con mayor capitalización bursatil. Cuanto cambio en poco más de 20 años. He pasado del rebelde al ortodoxo. Cuanto cambio. Siguen siendo grandes productos pero hay sombras en el horizonte. Este cambio hacia casi el monopolio marca un nuevo escenario que tengo dudas si Apple será capaz de romper con la tendencia casi natural de todo monopolio a desviarse del producto y centrarse en la venta y, sobre todo, impedir que los otros competidores puedan crecer y hacer más y mejores productos. Este temor no es sólo mi temor. Es el temor de Jobs y que manifiesta en el libro que comento, aunque lo afirma respecto de las otras empresas tecnológicas que fueron los monopolios en el pasado. Creo que sus comentarios también se pueden aplicar a Apple. El fallecimiento de Jobs incrementa esta incertidumbre. Este mantenía la rebeldía frente a un enemigo a batir. En el pasado Microsoft, ahora Google. Me gastaría hasta el último centavos de los 40.000 millones de dolares que tenemos en el Banco hasta destruir a Google. Esta es una de las afirmaciones que se recogen en el libro y que reflejan esta rebeldía. La del enemigo a derrotar, incluso, destruir. Esta lógica de guerra hacía progresar a la compañía hasta convertirla en la gran ganadora del mundo digital. Su idea de convertirse en el elemento central de la vida digital ha salido victorioso. Veremos cuánto tiempo será así.
El libro trata sobre la persona. Un libro que, a diferencia de otros libros similares, cuenta con la autorización del biografiado pero este no revisó (ni censuró) nada de lo que se dice en él. Esto nos permite ver a una persona que reune dos aspectos extraordinarios: por un lado, su genialidad, sin ser un genio y, por otro, su carencia de empatía. Una persona que dice querer colocar la empresa Apple en la intersección entre las humanidades y la tecnología que, en cambio, es una persona que carece de cualquier sensibilidad como ser humano. Esta ausencia de empatía la hacía tener reacciones inhumanas con otras personas, incluida su familia. Era un gilipollas, como el autor lo califica utilizando, como dice, un término técnico. Un genio gilipollas. Un ser intratable que fue capaz de hacer algo maravilloso. Jobs se amparaba en la sinceridad. No era un gilipollas sino un tipo sincero. Hay maneras y maneras de ser sinceros. El eligió la peor de las maneras, aquella que no tenía límites pues llegaba incluso a la destruir a la persona sin ninguna consideración o piedad. Era la sinceridad la que le hacía ser tan brutal. Al mismo tiempo, proclamaba que su motivación estaba basado en el sentimiento de humanidad. Así afirma que lo que le motiva es "contribuir con algo para devolverle el favor a nuestra especie y para añadir algo nuevo al flujo de la humanidad"... Y añadía "tratamos de utilizar el talento que sí tenemos para expresar nuestros sentimientos más profundos, para mostrar nuestro aprecio por todas las aportaciones que vinieron antes que nosotros y para añadir algo a toda esa corriente. Eso es lo que me ha motivado".
Un humanista de la Humanidad como ente abstracto que era, sin embargo, capaz de ser un gilipollas integrar con los seres humanos concretos y específicos que integran aquella Humanidad. La incoherencia del genio. La gilipollés de aquél que no es capaz de aguantarse a sí mismo. La meditación Zen y sus enseñanzas poco o nada hicieron para profundizar en una terrible coraza de un ser humano profundamente dolido por el abandono que sufrió recién nacido. Los intentos de sublimar esta tragedia han conducido a la genialidad por el camino de gilipollez. Esta es la tragedia de Jobs.
El libro trata sobre la persona. Un libro que, a diferencia de otros libros similares, cuenta con la autorización del biografiado pero este no revisó (ni censuró) nada de lo que se dice en él. Esto nos permite ver a una persona que reune dos aspectos extraordinarios: por un lado, su genialidad, sin ser un genio y, por otro, su carencia de empatía. Una persona que dice querer colocar la empresa Apple en la intersección entre las humanidades y la tecnología que, en cambio, es una persona que carece de cualquier sensibilidad como ser humano. Esta ausencia de empatía la hacía tener reacciones inhumanas con otras personas, incluida su familia. Era un gilipollas, como el autor lo califica utilizando, como dice, un término técnico. Un genio gilipollas. Un ser intratable que fue capaz de hacer algo maravilloso. Jobs se amparaba en la sinceridad. No era un gilipollas sino un tipo sincero. Hay maneras y maneras de ser sinceros. El eligió la peor de las maneras, aquella que no tenía límites pues llegaba incluso a la destruir a la persona sin ninguna consideración o piedad. Era la sinceridad la que le hacía ser tan brutal. Al mismo tiempo, proclamaba que su motivación estaba basado en el sentimiento de humanidad. Así afirma que lo que le motiva es "contribuir con algo para devolverle el favor a nuestra especie y para añadir algo nuevo al flujo de la humanidad"... Y añadía "tratamos de utilizar el talento que sí tenemos para expresar nuestros sentimientos más profundos, para mostrar nuestro aprecio por todas las aportaciones que vinieron antes que nosotros y para añadir algo a toda esa corriente. Eso es lo que me ha motivado".
Un humanista de la Humanidad como ente abstracto que era, sin embargo, capaz de ser un gilipollas integrar con los seres humanos concretos y específicos que integran aquella Humanidad. La incoherencia del genio. La gilipollés de aquél que no es capaz de aguantarse a sí mismo. La meditación Zen y sus enseñanzas poco o nada hicieron para profundizar en una terrible coraza de un ser humano profundamente dolido por el abandono que sufrió recién nacido. Los intentos de sublimar esta tragedia han conducido a la genialidad por el camino de gilipollez. Esta es la tragedia de Jobs.
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