La lenguas siempre me han interesado. No sólo saberlas sino su propia condición de instrumento de comunicación que responde a unas reglas. Uno de los rasgos de la humanidad es la lengua. Esta conexión me resulta fascinante. La noticia que enlazo comenta un trabajo de un profesor francés François Pellegrino sobre la rapidez y contenido de varias lenguas. Es castellano es una lengua rápida pero con escasa información por sílaba. Es lógico; el sentido común nos dice que la rapidez siempre sacrifica algo, en este caso, el contenido de la información: no se puede comunicar muchas cosas cuando se ha de llevar a cabo de manera rápida. Al igual de lo que sucede con los camiones: cuanta más carga, menos rapidez. Ahora bien, ¿por qué razón el castellano prima la rapidez? Es una pregunta alucinante que probablemente no tendrá respuesta.
En el momento presente con la corrupción como uno de los grandes protagonistas, uno de los temas de debate es el relativo a su fuente, su origen, al menos, psicológico. Dos palabras aparecen como recurrentes: avaricia y codicia. Son palabras muy próximas en su significado pero distintas. Según el Diccionario de la Lengua española, avaricia es el "afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas". En cambio, codicia es el "afán excesivo de riquezas." En ambos casos, se tratan de afanes, deseos, impulsos que tienen por objeto las riquezas. Las diferencias se sitúan, en primer lugar, en el cómo se hacen realidad tales impulsos. En el caso de la avaricia, es un deseo "desordenado". En cambio, de la codicia nada se dice, sólo que es "excesivo". Sin embargo, también el exceso está presente en la avaricia. Es más, se podría decir que el afán desordenado es, en sí mismo, un exceso. Así como también lo es el deseo de atesorarlas. En e...
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