Entre el calelito y el correíto la función pública parece el camarote de los hermanos Marx. Que hay excesos, es evidente, como sucede en el mundo de las empresas. En todas las organizaciones, cuanto más grande, más probabilidad de que las responsabilidades se diluyan dentras de las responsabilidades de otro. Es el otro el que debe hacer el trabajo y si, además, no lo hace, hay una excusa potente para tampoco hacer el propio. Más que un problema específico del sector público, es el problema de las mega-organizaciones en donde la falta de interés y de responsabilidad se puede ocultar con facilidad. Es complicado motivar a personas que no quieren motivarse, al igual que es imposible que todo el mundo pueda ser promovido. Al final, hay alguien o muchos que se sienten molestos porque han visto perjudicados sus legítimos derechos o expectativas. Tampoco se puede pretender satisfacer a todo el mundo. En definitiva, el sector público tiene sus peculiaridades, pero también sufre problemas comunes con muchas organizaciones. El problema de la responsabilidad y de la motivación que, incluso, superan el ámbito organizacional para convertirse también en un problema con raices sociales.
Un funcionario alemán confiesa que 'no hizo nada' durante catorce años | Economía | elmundo.es
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