Dentro de pocas horas, España se enfrenta a Rusia en la semifinal del Europeo de Fútbol. Me interesa y mucho el partido. El otro día, una persona con la que me reuní para un tema profesional me preguntó si había visto el partido de España contra Italia. Ante mi respuesta, sorprendido me dijo que como a los intelectuales estos temas no le interesan. Esta claro que, o no soy intelectual o siéndolo, no encajo en el tópico. En cualquiera de los dos casos, me siento sorprendido. Por un lado, por la visión que tiene la élite, al menos, profesional, de España que considera que existe incompatibilidad entre la afición al fútbol y el tener cierto nivel intelectual. Y, por otro, por la opinión que tienen de mi ciertas personas con las que me rodeo, al menos profesionalmente. En cualquier de los dos casos, mi sorpresa. Ni me considero un intelectual al uso que pueda encajar en el tópico, ni considero que pueda existir una incompatibilidad como la indicada. En mi caso, la afición es una afición familiar: me gustar ver el fútbol con mis dos hijos. Compartimos este tiempo y esta afición. Además, en general, conozco muchos "intelectuales" que comparten esta afición, incluso en mayor grado, lo que no les reduce ni un ápice su capacidad intelectual. En definitiva, creo que España tiene, sobre todo en ciertos sectores profesionales, poco aprecio por los intelectuales y, en general, los universitarios. Es triste pero tengo más de una evidencia que ya comentaré en otro momento. Mientras tanto, espero disfrutar del partido y de la victoria de la selección española, creo que, en mi caso, como en muchos otros, no hay riesgos: ¡¡no perderé ninguna neurona, al menos, ninguna importante!!
En el momento presente con la corrupción como uno de los grandes protagonistas, uno de los temas de debate es el relativo a su fuente, su origen, al menos, psicológico. Dos palabras aparecen como recurrentes: avaricia y codicia. Son palabras muy próximas en su significado pero distintas. Según el Diccionario de la Lengua española, avaricia es el "afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas". En cambio, codicia es el "afán excesivo de riquezas." En ambos casos, se tratan de afanes, deseos, impulsos que tienen por objeto las riquezas. Las diferencias se sitúan, en primer lugar, en el cómo se hacen realidad tales impulsos. En el caso de la avaricia, es un deseo "desordenado". En cambio, de la codicia nada se dice, sólo que es "excesivo". Sin embargo, también el exceso está presente en la avaricia. Es más, se podría decir que el afán desordenado es, en sí mismo, un exceso. Así como también lo es el deseo de atesorarlas. En e...
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