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Treasury Would Emerge With Vast New Power - NYTimes.com

El plan de rescate que va a aprobar la Cámara de representantes del Congreso americano tiene varios aspectos regulatorios que me resultan de interés. Me refiero a la autoridad ilimitada y libre que se le concede al Secretario del Tesoro para llevar a cabo el programa, esencialmente la compra de los tristemente famosos activos tóxicos de las entidades financieras. Forma parte de la tradición que en tiempos de emergencia hay que nombrar un magistrado extraordinario, un magistrado con poderes extraordinarios, un dictador en la República romana. Este magistrado dispondría de poderes extraordinarios necesarios para restablecer la normalidad. Es un entendido muy generalizado que en los momentos de crisis se ha de concentrar el poder en una persona para favorecer la más pronta y eficaz resolución de los asuntos. La situación del sistema financiero internacional ha sido calificada en términos tales como el Pearl Harbor del sistema financiero, la caída del muro de Berlín, e, incluso, se augura el fin del capitalismo anglosajón, el fin de Estados Unidos como superpotencia, ... En fin, términos cada vez más elevados para subrayar que estamos en un momento extraordinario de la historia de la Humanidad. En fin de algunas cosas, malas, y el comienzo de otras muy buenas. Un nuevo rubicón de la Historia de la Humanidad. No voy a ser yo el que destruya la grandilocuencia del momento. También me sumo a lo extraordinario. Estoy con todos aquellos que estamos ante el momento más extraordinario de la historia de la humanidad. Lo bueno se acaba, viejo. Y lo bueno se acaba con estrépito. Ahora se hacen cálculos de cuánto va a suponer para la humanidad, pero nadie se entretiene en contar cuánto bueno ha supuesto para muchos la locura maravillosa en la que nos hemos encontrado: dinero bueno, bonito y barato para tutom. La política monetaria expansiva que ha hecho felices a muchos durante mucho tiempo se ha acabado con sólo se puede acabar las burbujas: con estrépito. Como en la República romana, el Senado ha nombrado a una persona para que desempeñe estos poderes extraordinarios. Ha nombrado al dictador. El Congreso americano, igualmente, paradójicamente la recreación moderna de aquél Senado romano, ha seguido el mismo camino. Y al igual que sucedía en aquella República, el dictador disfruta de inmunidad por lo que haga durante su magistratura para enfrentar la crítica situación. Los poderes estaban limitados a un tiempo (no superior a seis meses) y no podía tomar decisiones relativas al Tesoro de la República. Ahora, el Congreso americano, el Senado que recrea modernamente a aquel Senado romano, no ha nombrado un dictador pero ha atribuido a un cargo, el Secretario del Tesoro, unos poderes libres pero no ilimitados (hasta el límite de 700.000 millones de dólares) sobre el Tesoro de la República americana. El argumento es el mismo: hay que enfrentar una situación de crisis. Me parece un exceso de una dimensión sólo comparable a la crisis que se pretende gestionar. La democracia tiene siempre un precio o coste que pagar, cierta ineficiencia que es consustancial: la imperfección del menos malo de todos los sistemas políticos conocidos. Entregar tanto poder a un político sin control es un peligro que confiemos que los americanos no tenga que arrepentirse nunca.

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