Me ha resultado interesante la entrevista que publica La Vanguardia (el pasado día 8 de mayo de 2009) a Ricardo Fornesa, antiguo presidente de la Caixa y de su corporación industrial. Es interesante la opinión de una persona de 77 años de talante conservador sobre la banca pero también sobre los catalanes. Nos puede parecer tópico la visión de los catalanes como: 1) individualistas (más que los españoles); 2) austeros en su forma de vestir; 3) conservadores a la hora de hacer planes; ... Además, insinúa que los catalanes son los empresarios mientras que en Madrid sólo hay multinacionales herederas de las antiguas empresas públicas, por esta razón están en Madrid. La consecuencia es evidente: en Cataluña hay empresas y empresarios, en Madrid hay empresas pero, sobre todo, políticos. Y recalca, el modelo de gestión de las cajas catalanas que es profesional, incluso, en las que dependen de las Administraciones públicas, a diferencia de las demás. En fin, es muy interesante que una persona de la posición, autoridad, conocimiento y valía como el que comento sostenga estas opiniones. ¿Realmente son atributos de territorios o son atributos de personas? Sobre todo, la pregunta que me hago ¿realmente se ajustan a la España del XXI? ¿no es sorprendente que un cualificado representante de la élite económica de Cataluña siga sosteniendo una opinión de España y de Cataluña como si todavía estuvieramos viviendo en el siglo XIX o principios del XX? Estas opiniones, respetables e importantes, marcan la distancia ya no de Cataluña respecto de España sino la distancia entre la élite económica y política de Cataluña respecto de la realidad de la España de hoy.
En el momento presente con la corrupción como uno de los grandes protagonistas, uno de los temas de debate es el relativo a su fuente, su origen, al menos, psicológico. Dos palabras aparecen como recurrentes: avaricia y codicia. Son palabras muy próximas en su significado pero distintas. Según el Diccionario de la Lengua española, avaricia es el "afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas". En cambio, codicia es el "afán excesivo de riquezas." En ambos casos, se tratan de afanes, deseos, impulsos que tienen por objeto las riquezas. Las diferencias se sitúan, en primer lugar, en el cómo se hacen realidad tales impulsos. En el caso de la avaricia, es un deseo "desordenado". En cambio, de la codicia nada se dice, sólo que es "excesivo". Sin embargo, también el exceso está presente en la avaricia. Es más, se podría decir que el afán desordenado es, en sí mismo, un exceso. Así como también lo es el deseo de atesorarlas. En e...
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