Ir al contenido principal

Privatización de los servicios públicos

Habrá que seguir la propuesta, formulada muy primariamente, del Primer Ministro David Cameron de privatización de los servicios públicos. Una propuesta que tiene un objetivo: "big Society" en contraposición al "big Government" ("dismantle Big Government and build the Big Society"). Este objetivo supone que la sociedad recupere su poder para controlar aquellos servicios de los que es beneficiaria y, en particular, el poder de elección. Esto supone más responsabilidad, más libertad y más control sobre aquello que tiene una incidencia tan importante sobre la vida de las personas. Estos poderes, ahora en manos del Estado, han de pasar a la sociedad, los ciudadanos, ¿cómo? La propuesta pasa por 1) la adjudicación de la prestación de los servicios públicos tales como escuelas y hospitales a prestadores privados (aquí la fórmula sería una suerte de concesión) y 2) la competencia entre los prestadores para lo que los ciudadanos tendría un pleno derecho de elección. Cameron habla de dos presunciones a modo de principios generales rectores del nuevo sistema: 1) la presunción-principio de que los servicios deberían estar en manos privadas que compiten por la obtención de la adjudicación y 2) la presunción-principio según el cual los servicios deben ser prestados en el nivel más cercano a los ciudadanos. El papel del Estado es el del aseguramiento: "the state will still have a crucial role to play: ensuring fair funding, ensuring fair competition, and ensuring that everyone – regardless of wealth – gets fair access". El panorama así dibujado supone: 1) ciudadanos con derecho a elegir; 2) prestadores privados de los servicios que han sido beneficiados por una adjudicación fruto de un "sistema independiente de adjudicación" y 3) el Estado garantizador de los derechos de los ciudadanos. Esta música ya no es conocida. Debemos esperar a cómo se concreta en el White Paper que Cameron promete en las próximas semanas.
How we will release the grip of state control - Telegraph

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Avaricia o codicia?

En el momento presente con la corrupción como uno de los grandes protagonistas, uno de los temas de debate es el relativo a su fuente, su origen, al menos, psicológico. Dos palabras aparecen como recurrentes: avaricia y codicia. Son palabras muy próximas en su significado pero distintas. Según el Diccionario de la Lengua española, avaricia es el "afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas". En cambio, codicia es el "afán excesivo de riquezas." En ambos casos, se tratan de afanes, deseos, impulsos que tienen por objeto las riquezas. Las diferencias se sitúan, en primer lugar, en el cómo se hacen realidad tales impulsos. En el caso de la avaricia, es un deseo "desordenado". En cambio, de la codicia nada se dice, sólo que es "excesivo". Sin embargo, también el exceso está presente en la avaricia. Es más, se podría decir que el afán desordenado es, en sí mismo, un exceso. Así como también lo es el deseo de atesorarlas. En e

Puigdemont, inelegible

El Estado democrático de Derecho se asienta sobre un pilar esencial: el Derecho al que el Estado está sometido es el de los representantes del pueblo, expresado a través, fundamentalmente, de la Ley. ¿Qué requisitos deben reunir tales representantes? La Legislación los enumera como requisitos del sufragio activo y pasivo. La Constitución y, en su desarrollo, la legislación electoral, los especifica. La Ley orgánica de régimen electoral general (LOREG), detalla, en el artículo 3, quién no tiene derecho a votar (sufragio activo). A su vez, en el artículo 6, concreta quiénes no son elegibles (sufragio pasivo). En este artículo se enuncian, por un lado, los que no son elegibles por concurrir la razón de desempañar cargos en el Estado que devienen objetivamente incompatibles con la participación en la contienda electoral. Y, por otro, los que no pueden, por haber sido condenados por sentencia que imponga la pena privativa de libertad. En relación con ciertos delitos, incluso, no es ne

Yo estuve allí

Cientos de miles de personas nos manifestamos por las calles de Barcelona. La primera gran manifestación del constitucionalismo contra el secesionismo. Dimensiones históricas. Y simbolismo, igualmente, histórico. Se han soltado lágrimas de emoción; las de la felicidad. Toma cuerpo la otra Cataluña, la que resiste frente a la secesión, y, sobre todo, frente a su motor principal: el autoritarismo. Cataluña está dividida. El secesionismo la ha partido en dos. La otra mitad ha querido demonstrar su hartazgo; su rechazo. Su determinación a enfrentarse al golpismo. No se quedará cruzada de brazos. Una fiesta cívica. Una celebración de la españolidad y de la catalanidad. Se ha roto el tabú y el silencio. Asistimos a la reivindicación de la españolidad incluyente (“somos catalanes, somos españoles”) y democrática (“somos españoles, no fachas”, se gritaba). Es la que se enfrenta al secesionismo. No es una cuestión de historia, de patria, de ideología, … es una cuestión de libertad. Hay u