El suelo de los catedráticos en España es, incluso, inferior al de los catedráticos alemanes y que los jueces del TC alemán consideran que atenta "contra el llamado principio de alimentación que figura en la Ley Fundamental alemana (artículo 33, párrafo 5) y por la que el Estado está obligado a garantizar a sus funcionarios unos ingresos que permitan una vida digna". Qué ironía. ¡¡¡España si es realmente competitiva en salarios de catedráticos!!! No obstante, no hay ninguna Universidad española entre las 200 primeras del mundo. Tal vez habrá alguna razón. Mientras tanto, en las Universidades se despide a profesorado, comenzando por el más barato, que no necesariamente es el más improductivo. Es el absurdo: unos ganan poco y pueden llegar a ser poco productivos, otros ganan aún menos pero pueden ser más productivo, luego se despiden este simplemente porque resulta más fácil de hacerlo. El circulo se cierra con la intervención pública a la que de facto (porque jurídicamente es inviable con la autonomía universitaria) están sometidas algunas Universidades. Una muestra más de la profundidad de la crisis y lo absurdo que pueden llegar a ser las sedicentes soluciones.
En el momento presente con la corrupción como uno de los grandes protagonistas, uno de los temas de debate es el relativo a su fuente, su origen, al menos, psicológico. Dos palabras aparecen como recurrentes: avaricia y codicia. Son palabras muy próximas en su significado pero distintas. Según el Diccionario de la Lengua española, avaricia es el "afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas". En cambio, codicia es el "afán excesivo de riquezas." En ambos casos, se tratan de afanes, deseos, impulsos que tienen por objeto las riquezas. Las diferencias se sitúan, en primer lugar, en el cómo se hacen realidad tales impulsos. En el caso de la avaricia, es un deseo "desordenado". En cambio, de la codicia nada se dice, sólo que es "excesivo". Sin embargo, también el exceso está presente en la avaricia. Es más, se podría decir que el afán desordenado es, en sí mismo, un exceso. Así como también lo es el deseo de atesorarlas. En e...
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