Los nacionalistas/secesionistas catalanes siguen con su estrategia dirigida a tensionar para alimentar la ruptura. En este clima, el primer devorado va a ser, a mi juicio, el último que ha llegado a esta estrategia: CiU y, en particular, el President Mas. Las últimas encuestas electorales lo confirman. Cuando juegas al radicalismo, siempre habrá alguien más radical y, además, que suscita más confianza. Es lo que le pasa a CiU frente a ERC. Esta es más creíble que aquella en su apuesta por la independencia. En el clima que describo, la mentira es un elemento fundamental, máxime cuando se controlan los medios para difundirla hasta la saciedad. La última es la derivada de la impugnación por parte del Gobierno de la Nación de la declaración independentista del Parlament de Cataluña del día 23 de enero, cuyo fundamento jurídico ya expuse hace tiempo tanto en Expansión, en mi blog Horror Vacui de Expansión.com (Decidir e impugnar).
Una declaración que parte de la base de que el pueblo de Cataluña es soberano y que, en tal condición, inicia el proceso para la consulta independentista, es claramente contraria a la Constitución. Otra cosa hubiese sido si declarase su aspiración, su deseo, su objetivo de ser independiente mediante el proceso de referéndum correspondiente. Una cosa es expresar una realidad y otra una aspiración. En la declaración se manifiesta como una realidad la soberanía y la aspiración es la de extraer la consecuencia jurídica de este hecho reconocido y proclamado. No es un accidente que todos, absolutamente todos, hable de una declaración soberanista cuando se refiere a la resolución del Parlament. Este puro hecho es suficiente para afirmar la inconstitucionalidad. A partir de aquí, el engaño.
El engaño de la falta de diálogo, de la falta de respeto a la democracia, ... etc. Las palabras construyen una realidad alternativa olvidando el punto de partida: ¿quién dio el primer paso? ¿quién dio el paso hacia la inconstitucionalidad?. Este es el punto de partida que hay que hacer olvidar pero topa con una realidad: las propias palabras de calificación de la resolución del Parlament. Si es una declaración soberanista, como se repite hasta la saciedad, porque así la han calificado sus autores, ¿cómo se puede negar que este hecho ya supone una ruptura con la Constitución?
El nacionalismo, en su empeño alucinógeno, recrea la realidad al servicio de su objetivo político. En esta recreación lo único relevante no es la ruptura constitucional que ha alentado sino que la Constitución reaccione, por iniciativa del propio Gobierno, a lo que está obligado, para restablecer su marco normativo; lo relevante no es el delito sino el castigo por el delito. Aquí está el delirio; no que el Estado de Derecho ha sido violentado, sino que el Estado de Derecho reacciona para restablecer sus reglas. Incluso, en el mayor ejercicio de cinismo, se califica el recurso del Gobierno de "separador". El mismo titular de la noticia es la muestra quintaesencial del cinismo: es separador el recurso del Gobierno contra una declaración soberanista; es separador el que el Gobierno reaccione, utilizando los cauces del Estado de Derecho, contra una resolución separadora: ¿quién es el separador según el titular de la noticia? ¿el que separa o el que reacciona frente al que separa? Menuda estupidez. Que el Estado de Derecho se defienda frente a los que lo violentan es un acto de intransigencia e, incluso, de separación. Es el colmo. Los políticos, en este caso, los nacionalistas, siguen pensando que los ciudadanos somos tontos.
(Las imágenes que acompañan a este post son capturas de La Vanguardia.com)
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El nacionalismo, en su empeño alucinógeno, recrea la realidad al servicio de su objetivo político. En esta recreación lo único relevante no es la ruptura constitucional que ha alentado sino que la Constitución reaccione, por iniciativa del propio Gobierno, a lo que está obligado, para restablecer su marco normativo; lo relevante no es el delito sino el castigo por el delito. Aquí está el delirio; no que el Estado de Derecho ha sido violentado, sino que el Estado de Derecho reacciona para restablecer sus reglas. Incluso, en el mayor ejercicio de cinismo, se califica el recurso del Gobierno de "separador". El mismo titular de la noticia es la muestra quintaesencial del cinismo: es separador el recurso del Gobierno contra una declaración soberanista; es separador el que el Gobierno reaccione, utilizando los cauces del Estado de Derecho, contra una resolución separadora: ¿quién es el separador según el titular de la noticia? ¿el que separa o el que reacciona frente al que separa? Menuda estupidez. Que el Estado de Derecho se defienda frente a los que lo violentan es un acto de intransigencia e, incluso, de separación. Es el colmo. Los políticos, en este caso, los nacionalistas, siguen pensando que los ciudadanos somos tontos.
(Las imágenes que acompañan a este post son capturas de La Vanguardia.com)
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