Cuando leía el periódico El País, me encontré, en portada con el siguiente titular (Un empresario costeó un curso del fiscal que informará de su indulto):
La sorpresa es mayúscula: ¿cómo es posible que un empresario, además, condenado por un delito, ha podido costear un curso al fiscal? Menudo escándalo. ¿Cómo es posible? En el clima de corrupción en el que nos movemos la sospecha se instala con facilidad pero aún con más facilidad se avienta. Si leemos la noticia nos encontramos con otro titular y con la "explicación":
La sorpresa es mayúscula: ¿cómo es posible que un empresario, además, condenado por un delito, ha podido costear un curso al fiscal? Menudo escándalo. ¿Cómo es posible? En el clima de corrupción en el que nos movemos la sospecha se instala con facilidad pero aún con más facilidad se avienta. Si leemos la noticia nos encontramos con otro titular y con la "explicación":
El empresario se convierte, milagrosamente, en el patrocinador del organizador de unas jornadas, en este caso, una librería jurídica, de las que el Fiscal era el director académico y en la que impartió una ponencia por la que cobró de la librería en tanto que organizador de las jornadas. Según parece, a la vista de la noticia, si dirijo unas jornadas o imparto unas conferencias debo preguntar no por el organizador sino por los patrocinadores del organizador, en este caso, una librería jurídica. Mi apreciación de la noticia cambia radicalmente. Alguien está intentando levantar una sospecha aprovechándose del clima social, político y, sobre todo, moral, en el que nos encontramos. La "noticia" y su titular no puede ser más sorprendente cuanto que el fiscal ahora acusado fue el mismo que promovió la condena del empresario cuya conexión ahora se insinúa como trato de favor a los efectos del indulto. Esto es aún más sorprendente cuanto que el informe del fiscal, con ser importante, no es transcendente a los efectos del otorgamiento del indulto. En fin, todo sospechas y ninguna noticia; ¿se está queriendo insinuar otras conexiones? Tampoco es este el papel de la prensa. Se ve que el ambiente general de la nación también se puede convertir en un arma arrojadiza contra aquellos que no han hecho nada que sea ilegal. Hoy, la sospecha, es una acusación de muerte de la honorabilidad. Los excesos, unos alimentan los de signo contrario. Nada bueno.
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