Alguien definió la política como el arte de hacer posible lo imposible. Será o no un arte, algunos podrán pensar en que se trata del arte del engaño. En cualquier caso, la política es acción para resolver problemas para alcanzar el óptimo del interés público o general. Esta será la definición más ortodoxa y formal de la política; la política en el Estado de Derecho, lógicamente. Ahora bien, la política se ha convertido en nuestro país en la foto-política. La política de la imagen que ha dejado de ser un medio, incluso de engaño, para convertirse en el fin. Sin embargo, esta conversión puede tener impactos en el corto: el impacto de la propia imagen pero al ser esta tan plana como la misma foto tiene un "recorrido" muy limitado, tanto como que subsisten los problemas. La imagen cubre el problema pero no lo soluciona. Este subsiste y sus angustias. Al final, será este el que terminará triunfando: el triunfo, lamentable, del problema. La Alianza de las Civilizaciones, comentada por un articulista nada sospechoso para el Gobierno, es una muestra de esta suerte de manto que cubre el problema pero que, al carecer de cualquier poder taumatúrgico, no lo soluciona por lo que subsiste. Esta subsistencia no sólo demuestra la inocuidad de la foto-política sino que delegitima al foto-político que queda inutilizado para afrontar cualquier otro reto asociado a la solución de los graves problemas que nos acucia.
La Alianza y el látigo · ELPAÍS.com
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