El periódico La Vanguardia titulaba: "La preferencia por el sistema democrático en Catalunya está 11 punto por debajo de la media española" y añadía "A uno de cada cuatro catalanes, el triple de lo que ocurre en España, le da igual una dictadura". Más adelante se añade: "ocho de cada diez españoles –11 puntos más que en Catalunya– siguen considerando que "la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno". Y por lo que respecta a los indiferentes sobre el tipo de régimen político, es cierto que en el conjunto de España representan ahora un 11% (la misma tasa que hace casi 25 años y cuatro puntos más que en el 2006), pero suponen la mitad que en Catalunya. Puestos a comparar periodos similares, mientras las preferencias por la democracia en España se han reducido en un punto desde el 2007, en Catalunya lo han hecho en ocho puntos." Los resultados son sorprendentes. No se entiende el por qué de esta desafección por la democracia precisamente en Catalunya, la tercera región más rica de España. Si a esto le sumamos el porcentaje de independentistas, que se mantiene más o menos estable, la imagen de la opinión pública de Catalunya es como un calidoscopio. Nos podemos encontrar de todo y en porcentajes que son igualmente preocupantes. Al final tenía razón el President Montilla cuando denunciaba la desafección de Catalunya, la desafección por la democracia.
En el momento presente con la corrupción como uno de los grandes protagonistas, uno de los temas de debate es el relativo a su fuente, su origen, al menos, psicológico. Dos palabras aparecen como recurrentes: avaricia y codicia. Son palabras muy próximas en su significado pero distintas. Según el Diccionario de la Lengua española, avaricia es el "afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas". En cambio, codicia es el "afán excesivo de riquezas." En ambos casos, se tratan de afanes, deseos, impulsos que tienen por objeto las riquezas. Las diferencias se sitúan, en primer lugar, en el cómo se hacen realidad tales impulsos. En el caso de la avaricia, es un deseo "desordenado". En cambio, de la codicia nada se dice, sólo que es "excesivo". Sin embargo, también el exceso está presente en la avaricia. Es más, se podría decir que el afán desordenado es, en sí mismo, un exceso. Así como también lo es el deseo de atesorarlas. En e...
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