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La visión del mundo de Wikileaks

El diario El país publicó una interesante entrevista (aunque un poco complaciente y capturada por la imagen del nuevo vengador) al fundador (y dueño) de Wikileaks Julian Assange. Digo dueño porque razona como si fuese su empresa en la que puede despedir a aquellos que discrepan de sus decisiones. Me interesa la visión del mundo que transmite. Una visión que tiene tres ejes centrales: i) el Estado de seguridad; ii) el anarcocapitalismo; y iii) la sociedad civil. Cada Estado tiene su Estado de seguridad. Lo realmente relevante es que todos dependen de uno de los tres principales (imperios) que existen identificados con Estados Unidos, Rusia y China. El anarcocapitalismo vendrían a ser las grandes empresas. Esta denominación entiendo que quiere referirse a que no obedecen a reglas sino que se autorregulan. En cuanto a la sociedad civil denuncia que está desaparecida, o mejor, "ha sido desaparecida", eliminada por los otros dos ejes. Esta visión encaja a la perfección con la última frase que recoge el entrevistador y que pone en boca de Assange: "No creas a nadie. No creas a nadie. No creas a nadie. Te estarán mintiendo". Esto significa que tampoco debemos creer a Assange y Wikileaks porque también está mitiendo. Esto es contradictorio con lo que hace y dice. En realidad, quiere decir: "no creas a nadie, sólo a mi". La visión del mundo de fundador y dueño de Wikileaks es la visión mesiánica del salvador, del nuevo salvador, frente a los dos demonios: el Estado de seguridad y las grandes empresas. La labora que lleva a cabo es importante pero también peligrosa. Peligrosa para la democracia. Que existe un Estado de seguridad mundial y que las grandes empresas son poderosas forma parte del consenso mundial. Ahora bien, el giro es su demonización. Los nuevos que son antiguos demonios frente al individuo angustiado por su soledad. Un individuo solitario y angustiado que necesita de nuevos mesias que le ayuden a sobrellevar la pesa carga que le angustia. Es un liberador más psicológico que real. En esta visión no encaja la esperanza. Los dos ejes del mal no son tan absolutos que nos transmiten. Que no son tan absolutos lo pone de relieve la propia existencia de Wikileaks. Esta soló puede existir porque existe la democracia. Esta es la gran paradoja e, incluso, trágica grandeza de la democracia: su extraordinaria capacidad para alimentar a sus propios enemigos. Tal vez aquí radica su capacidad para transformarse a caballo de las amenazas de aquellos que han sido cobijados bajo sus alas. Necesitamos a Wikileaks tanto como somo consciente de sus peligros. Encontrar el punto de equilibro es imprescindible sobre todo para evitar que los enemigos de la democracia encuentre argumentos para su eliminación como ha sucedido en otras épocas de la historia de la humanidad.

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