El Derecho administrativo en vivo depara sorpresas tan increíbles como la tramitación de una licencia municipal pueda durar 22 años (El piscolabis logra la licencia 22 años después). Y, además, la obtenga por resolución judicial. La doble penalidad: solicitarla y esperar hasta la extenuación y, además, tener que recurrir ante los Tribunales para que sean estos los que, al final, tengan que reconocer el derecho a desarrollar una actividad tan peligrosa como un pequeño bar. Lo más absurdo de todo esto es que, seguro, este pequeño local no permaneció cerrado durante estos años. Y la ilegalidad no le supuso ningún obstáculo al desarrollo de la actividad. En definitiva, la legalidad es innecesaria y tardía. Esta podría ser la conclusión. Menudo ejemplo para el Estado de Derecho y los que en él creemos.
En el momento presente con la corrupción como uno de los grandes protagonistas, uno de los temas de debate es el relativo a su fuente, su origen, al menos, psicológico. Dos palabras aparecen como recurrentes: avaricia y codicia. Son palabras muy próximas en su significado pero distintas. Según el Diccionario de la Lengua española, avaricia es el "afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas". En cambio, codicia es el "afán excesivo de riquezas." En ambos casos, se tratan de afanes, deseos, impulsos que tienen por objeto las riquezas. Las diferencias se sitúan, en primer lugar, en el cómo se hacen realidad tales impulsos. En el caso de la avaricia, es un deseo "desordenado". En cambio, de la codicia nada se dice, sólo que es "excesivo". Sin embargo, también el exceso está presente en la avaricia. Es más, se podría decir que el afán desordenado es, en sí mismo, un exceso. Así como también lo es el deseo de atesorarlas. En e...
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