La lectura de un libro maravilloso, el de Martha C. Nussbaum (Emociones políticas. ¿Por qué el amor es importante para la justicia? Ed. Paidós, Barcelona, 2014) suscita, como una cuestión, aparentemente superficial, la diferencia entre emoción y sentimiento. La autora no se entretiene en este interrogante. Parece entender que son términos sinónimos. No parece que esta confusión sea el fruto de una deficiente traducción. Tanto en castellano como en inglés (emotion y feeling), los dos términos están diferenciados. Y, también, con el mismo criterio.
Si acudimos al Diccionario de la Lengua Española, emoción es, en su primer significado, "alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática". En cambio, sentimiento es "estado afectivo del ánimo". En ambos casos, hablamos del "ánimo" de una persona. Hablamos de una situación psicológica, definida, según el mismo Diccionario, como "actitud, disposición, temple"; "valor, energía, esfuerzo"; "intención, voluntad"; carácter, índole, condición psíquica"; "alma o espíritu, en cuanto principio de la actividad humana". Hablamos de la situación psicológica, del estado psicológico de una persona.
Esa situación o estado psicológico puede ser variado. Uno de dichos estados puede ser el "afectivo"; el del amor o el del desamor, en términos genéricos. En tal caso, hablamos del sentimiento. El estado de sentir algo de una cosa o persona. El sentimiento es un estado. Puede verse alterado, de manera circunstancial e intensa, por las emociones. Que, a su vez, puede obedecer a distintas causas. Estamos hablando del ánimo, de la psicología de una persona que, además, identifica su subjetividad. El sentimiento es el estado de un sujeto que siente como consecuencia de las emociones que le subsista cierto hecho.
Nussbaum razona sobre la importancia que tienen de las emociones para sostener e, incluso, crear instituciones políticas, sociales, culturales, jurídicas, ... que hacen posible la cooperación social de manera estable. En realidad, la importancia de las emociones radica en su capacidad para sostener o crear un estado de ánimo, un sentimiento. La cuestión esencial, en términos políticos, es el sentimiento. Un sentimiento de pertenencia, de reconocimiento y de participación, en una comunidad/sociedad que responde a ciertas características institucionales en las que la persona puede desarrollar sus capacidades como persona, como ser, libre e igual a todos los demás. Ese sentimiento de justicia que es el fruto de distintas emociones, incluido, el amor. No se trata de crear un amor permanente. Se trata de crear el sentimiento de justicia fruto del amor. El que sostiene a las instituciones es el sentimiento que, a su vez, es el fruto de distintas emociones, una de ellas, sobre la que diserta Nussbaum, es el que denomina el amor patriótico. Un amor desafecto de todo aquello destructor y violento asociado al nacionalismo. Es el amor a la justicia de pertenecer a una comunidad/sociedad en la que los individuos pueden desarrollar, en el contexto institucional adecuado, sus capacidades para ser libre e igual porque, en última instancia, disfruta de todas las oportunidades adecuadas.
Si acudimos al Diccionario de la Lengua Española, emoción es, en su primer significado, "alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática". En cambio, sentimiento es "estado afectivo del ánimo". En ambos casos, hablamos del "ánimo" de una persona. Hablamos de una situación psicológica, definida, según el mismo Diccionario, como "actitud, disposición, temple"; "valor, energía, esfuerzo"; "intención, voluntad"; carácter, índole, condición psíquica"; "alma o espíritu, en cuanto principio de la actividad humana". Hablamos de la situación psicológica, del estado psicológico de una persona.
Esa situación o estado psicológico puede ser variado. Uno de dichos estados puede ser el "afectivo"; el del amor o el del desamor, en términos genéricos. En tal caso, hablamos del sentimiento. El estado de sentir algo de una cosa o persona. El sentimiento es un estado. Puede verse alterado, de manera circunstancial e intensa, por las emociones. Que, a su vez, puede obedecer a distintas causas. Estamos hablando del ánimo, de la psicología de una persona que, además, identifica su subjetividad. El sentimiento es el estado de un sujeto que siente como consecuencia de las emociones que le subsista cierto hecho.
Nussbaum razona sobre la importancia que tienen de las emociones para sostener e, incluso, crear instituciones políticas, sociales, culturales, jurídicas, ... que hacen posible la cooperación social de manera estable. En realidad, la importancia de las emociones radica en su capacidad para sostener o crear un estado de ánimo, un sentimiento. La cuestión esencial, en términos políticos, es el sentimiento. Un sentimiento de pertenencia, de reconocimiento y de participación, en una comunidad/sociedad que responde a ciertas características institucionales en las que la persona puede desarrollar sus capacidades como persona, como ser, libre e igual a todos los demás. Ese sentimiento de justicia que es el fruto de distintas emociones, incluido, el amor. No se trata de crear un amor permanente. Se trata de crear el sentimiento de justicia fruto del amor. El que sostiene a las instituciones es el sentimiento que, a su vez, es el fruto de distintas emociones, una de ellas, sobre la que diserta Nussbaum, es el que denomina el amor patriótico. Un amor desafecto de todo aquello destructor y violento asociado al nacionalismo. Es el amor a la justicia de pertenecer a una comunidad/sociedad en la que los individuos pueden desarrollar, en el contexto institucional adecuado, sus capacidades para ser libre e igual porque, en última instancia, disfruta de todas las oportunidades adecuadas.
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