Enlazo una reseña (que no crítica, que no la hay) del último libro del maestro del progresismo norteamericano (G. Lakoff) que resume su fatuidad absoluta. El último párrafo es revelador: "Lakoff afirma que el objetivo de Puntos de reflexión es "ayudar a expresar con palabras lo que piensan y sienten los progresistas". ¿Y qué piensan y sienten cuando no adoptan los marcos de los conservadores? "Básicamente", responde, "que un mundo mejor, en el sentido de más libre y más justo, siempre es posible"." En resumen, el progresismo, frente a su supuesta antípoda, es aquella ideología que tiene por objetivo último: "un mundo mejor, en el sentido de más libre y más justo" que, además, "siempre es posible". En consecuencia, su antípoda ideológica será aquella que tiene por objetivo-valor "un mundo peor, en el sentido de más esclavo y más injusto" que, además, "siempre es posible". La fatuidad es elocuente. No creo que las diferencias estén en este terreno. Si partimos de la base de que hablamos de ideologías democráticas, las diferencias no están tanto en el mundo de los objetivos-valores últimos que ambas comparten. Las diferencias pueden estar en el cómo se alcanzan. Mientras que unas creen más en la libertad-responsabilidad individuales, otra afirma la importancia de lo colectivo, lo social y, en última instancia, el Estado.
Y las teorías de Lakoff se encarnaron en Obama · ELPAÍS.com
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