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Verdad, mentira y medias verdades y medias mentiras

El caso Dominique Strauss Kahn seguirá acaparando miles de páginas en los próximos años. Se mezcla la sordidez del hecho con la relevancia del personaje pero también con la propia sordidez de los comportamientos pasados, según sigue apareciendo en la prensa, de este mismo personaje. Los grandes padres de la patria están investidos de un manto de superioridad que alimenta su relevancia pública. Sin embargo, son humanos y, en algunos casos, como el que nos ocupa, demasiado humanos: cometen pecados que son estrafalarios para la inmensa mayoría. Pecado y política se mezcla inextricablemente. El artículo que enlazo, publicado en The New York Review of Books y reproducido en Financial Times, nos describe, con la frialdad y el distanciamiento anglosajón, los hechos sucedidos pero según resultan de las pruebas que se han podido obtener. Su lectura alienta la teoría de la conspiración, tan querida por la sociedad norteamericana. Ahora bien, la posible existencia de una conspiración no es incompatible con el hecho denunciado por la camarera del hotel. Es más, la propia secuencia de los hechos, según se relata en el artículo, no es incompatible con la verdad: una persona en estado de shock tiene este comportamiento caótico y contradictorio. Si además se le suma que se trata de un inmigrante que, incluso, ha mentido para obtener el permiso de residencia y que, además, habla dificultosamente el inglés, es aún más creíble estas contradicciones. Es significativo que la primera pregunta que hace a su supervisor es qué es lo que ha de hacer cuando un cliente abusa sexualmente de una empleada. Es evidente que esta pregunta no se la hace ninguna otra persona que trabaje en un hotel y que tenga una situación personal en el país de trabajo más segura. No sabe qué hacer. En este contexto se explican, a mi juicio, todo lo sucedido. La vorágine de los hechos en los que cae una persona sin conocimiento, sin preparación, pero, sobre todo, sin seguridad. Ahora bien, la certeza de la violación, según denuncia la camarera, no es incompatible con una paralela trama política que es la que también apunta el artículo. No es descartable que Strauss Kahn estaba siendo investigado y seguido por los servicios secretos franceses. No es irrazonable pensarlo, máxime a la vista de lo que en el pasado estos mismos servicios han sido capaces de hacer e, incluso, practicando espionaje político a favor del presidente de la República. Tampoco es irrazonable que, en el contexto de este seguimiento, estos servicios se hayan aprovechado para hacer desaparecer el teléfono que se nos dice que podría estar bajo control o intervenido. Me imagino que habrá alguna explicación técnica pero me parece más razonable pensar que estos servicios han podido intervenir los ordenadores de la compañía telefónica para tener un seguimiento de las conversaciones de Strauss Kahn. Y esto lo podría hacer sin necesidad de controlar la unidad de Strauss. Lo desconozco. Por último, tampoco es irrazonable pensar que los enemigos políticos se hayan aprovechado y se estén aprovechado del hecho denunciado para obtener un rédito político. En definitiva, la realidad siempre supera a las mentes más calenturientas. La realidad supera la ficción. Y este caso, a mi juicio, cumple una vez más con esta máxima.

What Really Happened to Strauss-Kahn? by Edward Jay Epstein | The New York Review of Books

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