Hablar del cambio climático con el clima político y económico de España y de Europa puede parecer una humorada. Esta semana comienza en Cancún el COP 16, o sea, la dieciseisava reunión de las partes que han suscrito el Protocolo de Kioto. El objetivo es avanzar en el Protocolo que sustituirá en el año 2012 a dicho Protocolo. Posner ha afirmado que los negacionistas de la contribución de los seres humanos al cambio climático se parecen, cada vez más, a los que negaban que el tabaco mataba, fumadores activos y pasivos.
La cuestión sigue estando viva, no resuelta: ¿cómo reducir las emisiones? ¿en qué cantidad? ¿durante cuánto tiempo? Incluso ¿quiénes han de comprometerse a la reducción? Y una vez resueltas todas estas cuestiones surge una última y definitiva: ¿sirven para algo? ¿serán efectivas? Hay dudas de que sirvan para algo. Una molécula de carbono tarda incluso cientos de año en llegar a las capas superiores de la atmósfera, o sea, al lugar donde contribuye al calentamiento del planeta. Si hay tales dudas ¿vale la pena tanto sacrificio hoy por un improbable resultado eficaz o, incluso, por la seguridad de que no evitará el problema?
La repuesta depende de una cuestión previa. Podemos aplicar el análisis coste y beneficio. Pero estas cuestiones superan las estrechas fronteras de este análisis: ¿cómo valorar los costes y los beneficios? Es más, los costes son actuales, medibles pero los beneficios no, al menos en su totalidad, a la vista de que el daño puede presentarse en un momento indeterminado del futuro y beneficiar a unos sujetos indeterminados como las generaciones futuras.
Las razones para la acción y ademas buscando la máxima efectividad debemos encontrarlas en otros ámbitos. Me gusta la idea de la responsabilidad. La responsabilidad de los ciudadanos de hoy con las inespecíficas generaciones futuras. Suena mal. Lo se, cuando a nuestro alrededor tenemos ejemplos escandalosos de irresponsabilidad, de priorizar los mas cortos intereses y objetivos tan egoístas como mantenerse en el poder, hablar de responsabilidad es un idioma incompresible en nuestra España. El déficit y la deuda es un ejemplo de irresponsabilidad. Por primera vez nuestros hijos creen que vivirán peor que sus padres. En Estados Unidos, el 70 por 100 de los encuestados consideran que su principal preocupación es esta. La deuda de hoy es pobreza mañan.
La cuestión sigue estando viva, no resuelta: ¿cómo reducir las emisiones? ¿en qué cantidad? ¿durante cuánto tiempo? Incluso ¿quiénes han de comprometerse a la reducción? Y una vez resueltas todas estas cuestiones surge una última y definitiva: ¿sirven para algo? ¿serán efectivas? Hay dudas de que sirvan para algo. Una molécula de carbono tarda incluso cientos de año en llegar a las capas superiores de la atmósfera, o sea, al lugar donde contribuye al calentamiento del planeta. Si hay tales dudas ¿vale la pena tanto sacrificio hoy por un improbable resultado eficaz o, incluso, por la seguridad de que no evitará el problema?
La repuesta depende de una cuestión previa. Podemos aplicar el análisis coste y beneficio. Pero estas cuestiones superan las estrechas fronteras de este análisis: ¿cómo valorar los costes y los beneficios? Es más, los costes son actuales, medibles pero los beneficios no, al menos en su totalidad, a la vista de que el daño puede presentarse en un momento indeterminado del futuro y beneficiar a unos sujetos indeterminados como las generaciones futuras.
Las razones para la acción y ademas buscando la máxima efectividad debemos encontrarlas en otros ámbitos. Me gusta la idea de la responsabilidad. La responsabilidad de los ciudadanos de hoy con las inespecíficas generaciones futuras. Suena mal. Lo se, cuando a nuestro alrededor tenemos ejemplos escandalosos de irresponsabilidad, de priorizar los mas cortos intereses y objetivos tan egoístas como mantenerse en el poder, hablar de responsabilidad es un idioma incompresible en nuestra España. El déficit y la deuda es un ejemplo de irresponsabilidad. Por primera vez nuestros hijos creen que vivirán peor que sus padres. En Estados Unidos, el 70 por 100 de los encuestados consideran que su principal preocupación es esta. La deuda de hoy es pobreza mañan.
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