Va ganando peso el debate. Me congratulo. Y en este debate existen posiciones políticas que se han mantenido siempre dentro de la coherencia (Ciudadanos de primera). El constitucionalismo necesita en Cataluña tener siempre encendido el faro de la referencia. No es posible que, como ha venido sucediendo, el tactismo de las dos principales partidos de ámbito nacional, haya conducido a que la "coherencia" y la perseverancia del nacionalismo, apoyado y alentado desde las instituciones y los medios de comunicación (públicos pero también privados), los haya convertido en la única voz política. En la única voz del régimen nacional instalado en Cataluña pero es inadmisible que en una democracia sea la única voz política. Ya es hora de que el faro constitucionalista pueda lucir con su permanente esplendor sin sufrir los condicionamientos ajenos al debate en Cataluña que lo apagaba o lo encendía en función del mayor o menor resultado para alcanzar La Moncloa. Ya era hora.
En el momento presente con la corrupción como uno de los grandes protagonistas, uno de los temas de debate es el relativo a su fuente, su origen, al menos, psicológico. Dos palabras aparecen como recurrentes: avaricia y codicia. Son palabras muy próximas en su significado pero distintas. Según el Diccionario de la Lengua española, avaricia es el "afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas". En cambio, codicia es el "afán excesivo de riquezas." En ambos casos, se tratan de afanes, deseos, impulsos que tienen por objeto las riquezas. Las diferencias se sitúan, en primer lugar, en el cómo se hacen realidad tales impulsos. En el caso de la avaricia, es un deseo "desordenado". En cambio, de la codicia nada se dice, sólo que es "excesivo". Sin embargo, también el exceso está presente en la avaricia. Es más, se podría decir que el afán desordenado es, en sí mismo, un exceso. Así como también lo es el deseo de atesorarlas. En e...
Comentarios
Publicar un comentario