Ir al contenido principal

Independencia de Cataluña

El debate sobre la independencia de Cataluña comienza a equilibrarse. Hasta ahora sólo conocíamos un lado del debate. El alentado por los secesionistas. Comienzan a aparecer trabajos e informaciones (Los 10 problemas empresariales de una Cataluña independiente) que alertan de las consecuencias. El punto de arranque ha sido la afirmación tajante de la Comisión Europea, en particular, de su Vicepresidente Almunia, que la independencia provocaría la salida de Cataluña de la Unión Europea. En puridad, no se trataría de la salida sino de la entrada. Cataluña no sale de la Unión porque nunca ha estado dentro. El miembro de la Unión es el Estado español. La secesión de una parte del mismo supone que esa parte, una vez constituida en Estado, deberá solicitar, como todos, el ingreso en la Unión. No es, insisto, un problema de salida, en términos jurídicos, sino de entrada. En términos coloquiales se habla de la salida de Cataluña. En este plano no técnico se puede hablar en estos términos. La clave es la entrada. El laborioso proceso de incorporación a la Unión como socio de pleno derecho. Un proceso largo que, además, depende de cuál sea la actitud de los que ahora lo son. No se olvide que el ingreso lo ha ser por unanimidad de todos los que lo son. No parece razonable pensar que ni el Estado español ni ninguno de los otros Estados que tienen problemas similares a los nuestros tengan una actitud pacífica y comprensiva en el corto y medio plazo. En definitiva, si el sentido común fuese el motor de la política, de cualquiera de sus manifestaciones, como la que comento, el debate o estaría liquidado o reconduciéndose a otro tipo de alternativa. Lamentablemente, la secesión de Cataluña se ha convertido en un dogma de fe, en una nueva fe secular alentada por esa religión del XIX llamada nacionalismo. El resultado es previsible que será desastroso.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Avaricia o codicia?

En el momento presente con la corrupción como uno de los grandes protagonistas, uno de los temas de debate es el relativo a su fuente, su origen, al menos, psicológico. Dos palabras aparecen como recurrentes: avaricia y codicia. Son palabras muy próximas en su significado pero distintas. Según el Diccionario de la Lengua española, avaricia es el "afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas". En cambio, codicia es el "afán excesivo de riquezas." En ambos casos, se tratan de afanes, deseos, impulsos que tienen por objeto las riquezas. Las diferencias se sitúan, en primer lugar, en el cómo se hacen realidad tales impulsos. En el caso de la avaricia, es un deseo "desordenado". En cambio, de la codicia nada se dice, sólo que es "excesivo". Sin embargo, también el exceso está presente en la avaricia. Es más, se podría decir que el afán desordenado es, en sí mismo, un exceso. Así como también lo es el deseo de atesorarlas. En e

Puigdemont, inelegible

El Estado democrático de Derecho se asienta sobre un pilar esencial: el Derecho al que el Estado está sometido es el de los representantes del pueblo, expresado a través, fundamentalmente, de la Ley. ¿Qué requisitos deben reunir tales representantes? La Legislación los enumera como requisitos del sufragio activo y pasivo. La Constitución y, en su desarrollo, la legislación electoral, los especifica. La Ley orgánica de régimen electoral general (LOREG), detalla, en el artículo 3, quién no tiene derecho a votar (sufragio activo). A su vez, en el artículo 6, concreta quiénes no son elegibles (sufragio pasivo). En este artículo se enuncian, por un lado, los que no son elegibles por concurrir la razón de desempañar cargos en el Estado que devienen objetivamente incompatibles con la participación en la contienda electoral. Y, por otro, los que no pueden, por haber sido condenados por sentencia que imponga la pena privativa de libertad. En relación con ciertos delitos, incluso, no es ne

Yo estuve allí

Cientos de miles de personas nos manifestamos por las calles de Barcelona. La primera gran manifestación del constitucionalismo contra el secesionismo. Dimensiones históricas. Y simbolismo, igualmente, histórico. Se han soltado lágrimas de emoción; las de la felicidad. Toma cuerpo la otra Cataluña, la que resiste frente a la secesión, y, sobre todo, frente a su motor principal: el autoritarismo. Cataluña está dividida. El secesionismo la ha partido en dos. La otra mitad ha querido demonstrar su hartazgo; su rechazo. Su determinación a enfrentarse al golpismo. No se quedará cruzada de brazos. Una fiesta cívica. Una celebración de la españolidad y de la catalanidad. Se ha roto el tabú y el silencio. Asistimos a la reivindicación de la españolidad incluyente (“somos catalanes, somos españoles”) y democrática (“somos españoles, no fachas”, se gritaba). Es la que se enfrenta al secesionismo. No es una cuestión de historia, de patria, de ideología, … es una cuestión de libertad. Hay u