El Instituto de Estudios Fiscales (IEF. Instituto de Estudios Fiscales) ha convocado a la comunidad académica a debatir sobre las balanzas fiscales. Ha propuesto una metodología (enlace) y ha ofrecido los datos (enlace). Se nos explica que: "El objetivo de este trabajo es la elaboración de un sistema de cuentas públicas territorializadas (SCPT). Esta nueva herramienta estadística ofrece una radiografía detallada de la incidencia territorial de los presupuestos públicos de gasto e ingreso. No solo permite obtener los saldos o balanzas fiscales sino conocer sus componentes, de forma que hará posible un debate más informado sobre la racionalidad y la equidad del reparto de los recursos públicos y de las cargas tributarias y ayudará a mejorar el diseño de ciertas políticas en las que la dimensión territorial es importante." Ojalá se pueda llevar a cabo un debate lo más abierto, transparente y razonable posible. Me temo que no será así. Los primeros datos ya son interpretados torticeramente (enlace). Que en Madrid el Estado gaste más que en cualquier otra Comunidad Autónoma es motivo de escándalo cuando se confunde gasto con inversión. El objetivo es buscar la ira política, la visceralidad política y el agravio. Un único dato. El sector público estatal cuenta con 567.263 efectivos de los cuales 293.799 son los efectivos de las Fuerzas armadas, la Fuerzas de Seguridad y la Administración de Justicia. ¿Dónde se efectúa el "gasto" del personal indicado? y ¿dónde presta sus servicios dichos efectivos? Esta es la gran hipocresía de las balanzas y, sobre todo, de su interpretación.
En el momento presente con la corrupción como uno de los grandes protagonistas, uno de los temas de debate es el relativo a su fuente, su origen, al menos, psicológico. Dos palabras aparecen como recurrentes: avaricia y codicia. Son palabras muy próximas en su significado pero distintas. Según el Diccionario de la Lengua española, avaricia es el "afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas". En cambio, codicia es el "afán excesivo de riquezas." En ambos casos, se tratan de afanes, deseos, impulsos que tienen por objeto las riquezas. Las diferencias se sitúan, en primer lugar, en el cómo se hacen realidad tales impulsos. En el caso de la avaricia, es un deseo "desordenado". En cambio, de la codicia nada se dice, sólo que es "excesivo". Sin embargo, también el exceso está presente en la avaricia. Es más, se podría decir que el afán desordenado es, en sí mismo, un exceso. Así como también lo es el deseo de atesorarlas. En e...
Comentarios
Publicar un comentario