Ni la Santa Sede (El Vaticano aclara su postura sobre un posible Estado catalán). Frente a las posturas favorables a la independencia dentro del clero catalán, la Santa Sede ha respondido con un comunicado cuya claridad y rotundidad es aún más significativo que sus propias palabras: "Esta Nunciatura Apostólica en España quiere precisar públicamente que las mencionadas declaraciones del Abad [en las que se decía que "un eventual Estado catalán sería reconocido por el Vaticano"] son opiniones de su exclusiva responsabilidad personal y no reflejan en absoluto la posición de la Santa Sede". Son duras: "no reflejan en absoluto". La combinación religión y nacionalismo siempre ha conducido a situaciones históricas terribles. En la memoria de todos está. La Santa Sede ha reaccionado y lo ha hecho como sólo es posible de manera coherente con la Historia que todos queremos ver superada. No repitamos los errores del pasado.
En el momento presente con la corrupción como uno de los grandes protagonistas, uno de los temas de debate es el relativo a su fuente, su origen, al menos, psicológico. Dos palabras aparecen como recurrentes: avaricia y codicia. Son palabras muy próximas en su significado pero distintas. Según el Diccionario de la Lengua española, avaricia es el "afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas". En cambio, codicia es el "afán excesivo de riquezas." En ambos casos, se tratan de afanes, deseos, impulsos que tienen por objeto las riquezas. Las diferencias se sitúan, en primer lugar, en el cómo se hacen realidad tales impulsos. En el caso de la avaricia, es un deseo "desordenado". En cambio, de la codicia nada se dice, sólo que es "excesivo". Sin embargo, también el exceso está presente en la avaricia. Es más, se podría decir que el afán desordenado es, en sí mismo, un exceso. Así como también lo es el deseo de atesorarlas. En e...
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