No cabe límite a la sorpresa. Y a la estupidez. Según parece los políticos, algunos (prefiero pensar) conjugan la ignorancia con la ociosidad (Canarias7. Sociedad. Una diputada de CC exige al Gobierno que dé las buenas tardes 'a todos y todas'). La ignorancia es "explicable". Se ha generado un estado de opinión que alienta la ignorancia, a pesar de las advertencias, sensatas y meditadas de la RAE (enlace). Ahora bien, es incalificable que en una Comunidad Autónoma con tantos problemas (desempleo y miseria) sea tema de debate en sede Parlamentaria (y consiguiente compromiso del Consejero de la Presidencia del Gobierno de Canarias) el "lenguaje sexista" porque los Consejeros no saludan "a todos y a todas". Una muestra más de que la política profesional y los profesionales de la política se desenvuelven en un mundo paralelo. Y luego se sorprenden por el desencanto ciudadano.
En el momento presente con la corrupción como uno de los grandes protagonistas, uno de los temas de debate es el relativo a su fuente, su origen, al menos, psicológico. Dos palabras aparecen como recurrentes: avaricia y codicia. Son palabras muy próximas en su significado pero distintas. Según el Diccionario de la Lengua española, avaricia es el "afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas". En cambio, codicia es el "afán excesivo de riquezas." En ambos casos, se tratan de afanes, deseos, impulsos que tienen por objeto las riquezas. Las diferencias se sitúan, en primer lugar, en el cómo se hacen realidad tales impulsos. En el caso de la avaricia, es un deseo "desordenado". En cambio, de la codicia nada se dice, sólo que es "excesivo". Sin embargo, también el exceso está presente en la avaricia. Es más, se podría decir que el afán desordenado es, en sí mismo, un exceso. Así como también lo es el deseo de atesorarlas. En e...
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