Leo la interesante entrevista a Anne-Marie Thiesse, Directora de investigación del pretigioso CNRS, francés, que publica el periódico El mundo el día de hoy. Acaba de publicar un libro sobre la formación de la identidad nacional en los Estados europeos. Esto le permite exponer unas reflexiones sobre el nacionalismo. Su tesis central es la de que el nacionalismo es una reacción (política) de búsqueda de la protección de lo nuestro-mio frente a lo exterior que es considerado fuente de mil y una amenazas. Sus palabras textuales son las siguientes: "La respuesta nacionalista es una suerte de ensimismamiento respecto a las amenazas ficticias o reales" Y más adelante añade "el nacionalismo o el patriotismo es una respuesta al miedo, a la complejidad del mundo. Una reacción a un enemigo nuevo. Una defensa de lo que creemos propio. Incluso una muralla frente al temor de ser invadidos. De ahí proviene el riesgo y el peligro de nacionalizar el pasado. No sólo porque entra en juego una reconstrucción más o menos manipulada, también porque representa un freno a la visión del proyecto europeo". Me parece interesante la idea del nacionalismo como reacción defensiva. Es un atavismo fuertemente arraigado en nuestra conciencia como seres humanos. La idea de que nuestra casa es nuestro castillo en el que encontramos la protección. La casa está unida a la familia y por extensión a todos aquellos que forman la misma familia porque comparten cosas en común, en particular, la lengua. La casa y la familia son los ámbitos de seguridad. Pero falta algo más: la identificación común de un enemigo. La casa y la familia necesita un enemigo. No hay nacionalismo sin enemigo. Es más, cuanto más desdibujada esté la casa y la familia más importancia tiene el enemigo. Aquí el éxito de los políticos nacionalistas y más directamente, los que conozco, el nacionalismo catalán, es manifiesto. Han sido capaces de construir un discurso coherente sobre el enemigo españolista. Este discurso se construye sobre la base de hechos históricos, mentiras escandalozasas pero también y sobre todo, de torpezas estratosféricas del mismo españolismo. El resultado lo estamos viendo en el momento presente de Cataluña. Ahora más que nunca, el nacionalismo catalán es la casa y la familia que ofrece seguridad (soluciones) frente a un enemigo reverdecido y fortalecido por las torpezas políticas en Madrid y la incompetencia de otros, en particular, el Tribunal Constitucional, de no dar una solución rápida y clara al reto del Estatut de Catalunya y la reconfiguración constitucional del Estado español por una vía manifiestamente inadecuada como es la estatutaria.
En el momento presente con la corrupción como uno de los grandes protagonistas, uno de los temas de debate es el relativo a su fuente, su origen, al menos, psicológico. Dos palabras aparecen como recurrentes: avaricia y codicia. Son palabras muy próximas en su significado pero distintas. Según el Diccionario de la Lengua española, avaricia es el "afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas". En cambio, codicia es el "afán excesivo de riquezas." En ambos casos, se tratan de afanes, deseos, impulsos que tienen por objeto las riquezas. Las diferencias se sitúan, en primer lugar, en el cómo se hacen realidad tales impulsos. En el caso de la avaricia, es un deseo "desordenado". En cambio, de la codicia nada se dice, sólo que es "excesivo". Sin embargo, también el exceso está presente en la avaricia. Es más, se podría decir que el afán desordenado es, en sí mismo, un exceso. Así como también lo es el deseo de atesorarlas. En e...
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