Ir al contenido principal

Kerviel y la locura

En la entrevista que enlazo, publicada en el diario El País, Kerviel dice cosa muy interesantes. Como se recodará, y explica en la entrevista, Kerviel era el trader al que se le responsabilizó de un agujero en las cuentas del banco Societe Generale de casi 5.000 millones de euros. Apostó y perdió. El, según confiesa, "solo pretendía ser un buen empleado, generando los mayores beneficios posibles para mi empresa". Y añade, "con el apoyo de mis jefes, estaba atrapado en una espiral para hacer siempre más y más" Y lo ilustra de la siguiente manera: "en julio se produjo el primer ataque de pánico del mercado y pude haberme salido con unas ganancias de 500 millones de euros. Sin embargo, yo estaba convencido de que los mercados seguirían cayendo y volví a especular con 30.000 millones de euros. Me quedaba mirando hipnotizado la pantalla de la mañana a la noche, operando con sumas gigantescas, apenas durmiendo, y hasta fin de año conseguí unos beneficios de 1.500 millones de euros para el banco." Especuló con 30.000 millones de euros. Si, 30.000 millones de euros. La cultura financiara de ausencia de riesgos ha conseguido banalizar el dinero. ¿Qué son 30.000 millones de euros? Un pura anotación contable. No es dinero. Es un número. Son sólo 30.000 millones como 30.000 millones de granos de arena. La nada. A partir de aquí, todo es posible hasta la locura y la ruina. Una observación final sobre el sistema financiero: "Nadie sabe lo que se oculta en los balances de los bancos. Son completamente impenetrables. Se tarda un segundo en invertir 150 millones de euros. Cuatro en invertir 1.000 millones. Es algo que sucede tan rápido en el ordenador que se pierde el sentido de las cantidades manejadas. El mercado internacional es tan grande que absorbe cualquier orden en cuestión de segundos. La rueda gira cada vez más deprisa, se ha vuelto loca." El resultado final es la locura. Es la mejor expresión. La locura.

"Se tarda cuatro segundos en invertir 1.000 millones" · ELPAÍS.com

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Avaricia o codicia?

En el momento presente con la corrupción como uno de los grandes protagonistas, uno de los temas de debate es el relativo a su fuente, su origen, al menos, psicológico. Dos palabras aparecen como recurrentes: avaricia y codicia. Son palabras muy próximas en su significado pero distintas. Según el Diccionario de la Lengua española, avaricia es el "afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas". En cambio, codicia es el "afán excesivo de riquezas." En ambos casos, se tratan de afanes, deseos, impulsos que tienen por objeto las riquezas. Las diferencias se sitúan, en primer lugar, en el cómo se hacen realidad tales impulsos. En el caso de la avaricia, es un deseo "desordenado". En cambio, de la codicia nada se dice, sólo que es "excesivo". Sin embargo, también el exceso está presente en la avaricia. Es más, se podría decir que el afán desordenado es, en sí mismo, un exceso. Así como también lo es el deseo de atesorarlas. En e

Puigdemont, inelegible

El Estado democrático de Derecho se asienta sobre un pilar esencial: el Derecho al que el Estado está sometido es el de los representantes del pueblo, expresado a través, fundamentalmente, de la Ley. ¿Qué requisitos deben reunir tales representantes? La Legislación los enumera como requisitos del sufragio activo y pasivo. La Constitución y, en su desarrollo, la legislación electoral, los especifica. La Ley orgánica de régimen electoral general (LOREG), detalla, en el artículo 3, quién no tiene derecho a votar (sufragio activo). A su vez, en el artículo 6, concreta quiénes no son elegibles (sufragio pasivo). En este artículo se enuncian, por un lado, los que no son elegibles por concurrir la razón de desempañar cargos en el Estado que devienen objetivamente incompatibles con la participación en la contienda electoral. Y, por otro, los que no pueden, por haber sido condenados por sentencia que imponga la pena privativa de libertad. En relación con ciertos delitos, incluso, no es ne

Yo estuve allí

Cientos de miles de personas nos manifestamos por las calles de Barcelona. La primera gran manifestación del constitucionalismo contra el secesionismo. Dimensiones históricas. Y simbolismo, igualmente, histórico. Se han soltado lágrimas de emoción; las de la felicidad. Toma cuerpo la otra Cataluña, la que resiste frente a la secesión, y, sobre todo, frente a su motor principal: el autoritarismo. Cataluña está dividida. El secesionismo la ha partido en dos. La otra mitad ha querido demonstrar su hartazgo; su rechazo. Su determinación a enfrentarse al golpismo. No se quedará cruzada de brazos. Una fiesta cívica. Una celebración de la españolidad y de la catalanidad. Se ha roto el tabú y el silencio. Asistimos a la reivindicación de la españolidad incluyente (“somos catalanes, somos españoles”) y democrática (“somos españoles, no fachas”, se gritaba). Es la que se enfrenta al secesionismo. No es una cuestión de historia, de patria, de ideología, … es una cuestión de libertad. Hay u