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Anécdota

John L. Austin finaliza su libro titulado Como hacer cosas con palabras (Ed. Paidos, Barcelona, 1988) con unas frases que, para finalizar una conferencia, suscitaría la perplejidad de los asistentes. Dice Austin:
"En estas conferencias he estado haciendo dos cosas que realmente no me gustan. Ellas son: 1) presentar un programa, esto es, decir qué es lo que hay que hacer en lugar de hacer algo; y 2) dar conferencias. 
Sin embargo, en relación con 1), me agradaría mucho pensar que, en alguna medida, más que proclamar un manifiesto individual he estado mostrando cómo han comenzado ya a verse las cosas y cómo se las está viendo, con creciente impulso, en algunas áreas de la filosofía. Con respecto a 2), ciertamente quisiera decir que para mi no podría haber un lugar mejor para dar conferencias que Harvard"
Y todo esto lo dijo Austin después de haber impartido 12 Conferencias que son las que se recopilan en el libro que cito. No me imagino diciendo lo mismo, no sólo porque suscitaría una sorpresa innecesaria sino, además, porque impartir conferencias, sobre aquellos temas que suscita interés y preocupación intelectual, es sumamente divertido: el reto de secuestrar a un público ante el que has de mostrar una argumentación bien construida y mejor expuesta (o sea, divertida). Esto sólo se consigue con el público adecuado pero también es un reto del conferenciante enganchar y esto sólo se podrá conseguir cuando aquél esté a su vez enganchado por el tema.

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