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El Estado como medio. La democracia como instrumento

En el Preámbulo de la Constitución de Estados Unidos se vierte una afirmación que hoy tiene más sentido que nunca. Dice lo siguiente:
"Nosotros, el Pueblo de los Estados Unidos, a fin de formar una Unión más perfecta, establecer Justicia, afirmar la tranquilidad interior, proveer la Defensa común, promover el bienestar general y asegurar para nosotros mismos y para nuestros descendientes los beneficios de la Libertad, ordenamos y establecemos esta Constitución para los Estados Unidos de América."
El pueblo ordena y establece la Constitución para "asegurar para nosotros mismos y para nuestros descendientes los beneficios de la Libertad". Los ciudadanos constituyen un Estado para asegurarse la libertad. El Estado constituido es un medio de garantía de la libertad. No es constituido para esclavizarla. Al contrario, para protegerla. Carece de interés propio y de libertad. Es un instrumento y como tal es su "usuario" el que prescribe fines, objetivos e intereses. El Estado y la democracia, como forma de organización del ejercicio del poder, tienen impresos desde su momento fundacional o constituyente cuál es su destino. No son el punto de llegada. Es una etapa más de la esencial de la protección y garantía de los derechos de los ciudadanos.

Estas reflexiones me han venido a la cabeza a la vista del debate surgido con ocasión de los ataques terroristas en Paris. El Estado democrático de Derecho existe para asegurarnos la libertad. Pero no es un objetivo en sí mismo. Como tampoco lo es el Derecho o la legalidad. Este es el medio del que se sirve aquél para desplegar la función de protección que le corresponde. No se trata de proteger la democracia o el gobierno del pueblo. Sino las libertades de los ciudadanos. Es más, el gobierno, la soberanía, la fuente de todos los poderes están en manos del pueblo precisamente para la mejor protección de los derechos del pueblo. La seguridad es el aliado imprescindible de la libertad. Esta no puede existir cuando no hay seguridad. Sin embargo, aquella puede amenazar esta. Es paradójico que Estado nacido para ofrecer seguridad a la libertad puede ofrecer tanta y de manera tan apremiante que es la libertad la que corre peligro. Encontrar el punto de equilibrio es esencial. Sin olvidar que es seguridad para la libertad, no libertad para la seguridad.

Otro debate que corre paralelo es el relativo al alcance del poder del pueblo. Es ha surgido al calor del ascenso político de Podemos. Su programa social-comunista es visto como una amenaza por muchos. Si la seguridad es para la libertad, también la mayoría lo es para la libertad. No se puede olvidar la experiencia histórica. El pueblo, la mayoría, puede ser fuente de peligros para los derechos de cada uno de los individuos. Esta es la razón por la que el Estado constituido ha de respetar los derechos individuales que no podrán ser atropellados. En nuestra Constitución, el artículo 53 CE, deja claro que la legislación sólo puede afectar al ejercicio de los derechos fundamentales, no a su titularidad y que, además, deberá respetar, en todo caso, el contenido esencial, el núcleo que esta liberado de la  posibilidad de la legislación. Es el núcleo preservado por la misma Constitución. Ajeno al devenir de las mayorías y de la plasmación de su voluntad en las leyes.

El pueblo, los ciudadanos, constituyen un Estado democrático de Derecho para "asegurar para nosotros mismos y para nuestros descendientes los beneficios de la Libertad". No lo constituyen para que ese mismo Estado democrático pueda asaltar la libertad individual. El contenido esencial de la misma está fijada en la misma Constitución sin que la mayoría, por la vía de la legislación correspondiente, pueda mancillarlo.

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