El cambio climático es el problema del siglo XXI pero causado en el siglo XX. El problema existe y la comunidad científica es prácticamente unánime respecto del incremento de las temperaturas del planeta. Las cuestiones sobre las que se discute son las de las estrategias de solución y, sobre todo, la efectividad de las mismas. Hoy conocíamos que el año pasado se habían incrementado las emisiones de gases de efecto invernadero en España un 3 por 100. La explicación alentada por la Administración es la siguiente: la sequía redujo la capacidad de generación de las centrales hidráulicas por lo que se debió incrementar la generación por centrales térmicas. El cambio climático, el incremento de las temperaturas de la Tierra tiene como manifestación la sequía en países como el nuestro y la respuesta es incrementar las emisiones que incrementan las temperaturas que incrementan la sequía que incrementa las emisiones ... hasta el infinito. Si el incremento de las temperaturas incrementa la sequía que disminuye la capacidad de la generación hidráulica, ¿no es hora de considerar, sin apriorismos, aumentar el suministro energético procedente de otras formas de generación con bajas o nulas emisiones y que ofrezcan el suficiente nivel de seguridad en el suministro? Me refiero a la energía nuclear.
En el momento presente con la corrupción como uno de los grandes protagonistas, uno de los temas de debate es el relativo a su fuente, su origen, al menos, psicológico. Dos palabras aparecen como recurrentes: avaricia y codicia. Son palabras muy próximas en su significado pero distintas. Según el Diccionario de la Lengua española, avaricia es el "afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas". En cambio, codicia es el "afán excesivo de riquezas." En ambos casos, se tratan de afanes, deseos, impulsos que tienen por objeto las riquezas. Las diferencias se sitúan, en primer lugar, en el cómo se hacen realidad tales impulsos. En el caso de la avaricia, es un deseo "desordenado". En cambio, de la codicia nada se dice, sólo que es "excesivo". Sin embargo, también el exceso está presente en la avaricia. Es más, se podría decir que el afán desordenado es, en sí mismo, un exceso. Así como también lo es el deseo de atesorarlas. En e...
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