Las agencias de calificación de emisiones están en el centro de la polémica. Incluso han sido calificadas como las grandes responsables de la crisis financiera actual. Como casi siempre sucede cuando hablamos de crisis y escándalos en el sistema de mercado nos encontramos con el problema de los conflictos de intereses y, por consiguiente, el problema consabido de los incentivos, los intereses. Si el sistema de mercado no consigue alinear adecuadamente todos los intereses y, en particular, los intereses de la sociedad, los intereses de los ciudadanos, con los intereses de los actores privados, empresas y gestores, se pueden producir desajustes con efectos, incluso, trágicos, como los que hoy podemos observa bajo la presente crisis financiera. Recomponer este alineamiento de intereses precisa resolver conflictos de intereses como los de las agencias de rating. Estas, al igual que lo sucedido con las auditoras, eran controladoras de las mismas empresas a las que también venden productos y servicios. Este conflicto conduce a infravalorar, por ejemplo, las situaciones de riesgos de las empresas. Esto se ha puesto de manifiesto de manera dramática con las subprime. En fin, el problema del conflicto de intereses ha estado y siempre estará en el corazón de la crisis del capitalismo. FT.com / Europe - EU turns up heat on rating agencies
En el momento presente con la corrupción como uno de los grandes protagonistas, uno de los temas de debate es el relativo a su fuente, su origen, al menos, psicológico. Dos palabras aparecen como recurrentes: avaricia y codicia. Son palabras muy próximas en su significado pero distintas. Según el Diccionario de la Lengua española, avaricia es el "afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas". En cambio, codicia es el "afán excesivo de riquezas." En ambos casos, se tratan de afanes, deseos, impulsos que tienen por objeto las riquezas. Las diferencias se sitúan, en primer lugar, en el cómo se hacen realidad tales impulsos. En el caso de la avaricia, es un deseo "desordenado". En cambio, de la codicia nada se dice, sólo que es "excesivo". Sin embargo, también el exceso está presente en la avaricia. Es más, se podría decir que el afán desordenado es, en sí mismo, un exceso. Así como también lo es el deseo de atesorarlas. En e...
Comentarios
Publicar un comentario