A reflexionar. Taleb (El cisne negro. El impacto de lo altamente improbable, Paidos, Barcelona, 2012) afirma que lo que determina el éxito de una teoría en las ciencias sociales es el contagio, no su validez. Su capacidad para atraer adeptos, para extenderse dentro de la propia comunidad científica. Esto suele ser el resultado de una buena campaña de comunicación. El control de los medios académicos es la vía más rápida para el éxito. Es una idea a reflexionar. En el mundo de las ciencias sociales no hay parámetros para medir la validez, todo dependerá de la capacidad para convencer y esta será directamente proporcional a la visibilidad de aquello sobre lo que se pretende convencer: se cree en lo que se ve y conoce porque se sospecha que no hay otra manera de ver y conocer.
En el momento presente con la corrupción como uno de los grandes protagonistas, uno de los temas de debate es el relativo a su fuente, su origen, al menos, psicológico. Dos palabras aparecen como recurrentes: avaricia y codicia. Son palabras muy próximas en su significado pero distintas. Según el Diccionario de la Lengua española, avaricia es el "afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas". En cambio, codicia es el "afán excesivo de riquezas." En ambos casos, se tratan de afanes, deseos, impulsos que tienen por objeto las riquezas. Las diferencias se sitúan, en primer lugar, en el cómo se hacen realidad tales impulsos. En el caso de la avaricia, es un deseo "desordenado". En cambio, de la codicia nada se dice, sólo que es "excesivo". Sin embargo, también el exceso está presente en la avaricia. Es más, se podría decir que el afán desordenado es, en sí mismo, un exceso. Así como también lo es el deseo de atesorarlas. En e...
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