Las elecciones al Parlament de Cataluña han deparado unos resultados que han sido objeto de múltiples análisis. Incluso he publicado una primera valoración en Expansión el lunes 26 y una revisión-ampliación en mi blog del mismo periódico (Mas Zapatero, el gran "estallista"). Los días van pasando y el panorama se hace cada vez más complejo. Ya se habla con normalidad de la eventualidad de la convocatoria de unas nuevas elecciones. Sería el resultado del conflicto entre independencia y crisis económica. Un conflicto que, hasta ahora, se planteaba entre "enemigos" (Cataluña v. España) y ahora en campo "amigo" (CiU v. ERC). Esta es la gran paradoja de las elecciones. Se habían planteado como un paso más y decisivo hacia la independencia y, en cambio, ha creado una enorme problema en el campo "amigo". Un problema que no tiene solución y que, su previsible acrecentamiento, debilitará el proceso independentista. El campo amigo aparece dividido y fuertemente enfrentado: ahora se necesitan pero están condenados a profundizar el enfrentamiento. Se puede decir que es CiU quien necesita a ERC. Esta puede esperar, queda a la expectativa porque tiene la llave de la política catalana. Cuanto más y mayores problemas tenga CiU más y mejor le irá a ERC. Los votos se los van pasando de unos a otros. Los 200 mil que perdió CiU son los que ganó ERC. Sin embargo, cuanto más votos gane esta menos probable será la profundización de la independencia. ERC no puede ocupar la centralidad del sistema político catalán, imprescindible para el éxito de la independencia. Debe contar con CiU. Este proceso de aproximación le puede provocar un grave daño a ERC. Su electorado no entendería que aceptase las imprescindibles medidas de recortes. Si las acepta, gana CiU, se debilita ERC y podría ganar la opción independentista radical. En definitiva, el campo amigo tiene un gravísimo problema. El problema de armonizar independencia y crisis económica. Las elecciones han transferido la contradicción entre estos dos objetivos al campo amigo. Otro éxito de ese genio, ese gran "estallista", que es A. Mas. Los constitucionalistas no le podremos agradecer lo suficiente su genialidad.
En el momento presente con la corrupción como uno de los grandes protagonistas, uno de los temas de debate es el relativo a su fuente, su origen, al menos, psicológico. Dos palabras aparecen como recurrentes: avaricia y codicia. Son palabras muy próximas en su significado pero distintas. Según el Diccionario de la Lengua española, avaricia es el "afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas". En cambio, codicia es el "afán excesivo de riquezas." En ambos casos, se tratan de afanes, deseos, impulsos que tienen por objeto las riquezas. Las diferencias se sitúan, en primer lugar, en el cómo se hacen realidad tales impulsos. En el caso de la avaricia, es un deseo "desordenado". En cambio, de la codicia nada se dice, sólo que es "excesivo". Sin embargo, también el exceso está presente en la avaricia. Es más, se podría decir que el afán desordenado es, en sí mismo, un exceso. Así como también lo es el deseo de atesorarlas. En e...
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