Las Administraciones públicas reaccionan, a veces, bajo el impulso de los sentimientos, a veces, irracionales de sus dirigentes políticos. El Ayuntamiento de Madrid ha decidido no volver a ceder ninguna instalación municipal para el desarrollo de actividades como la fiesta que ha causado el fallecimiento de cuatro mujeres jóvenes (Botella. 'Nunca más se cederá un edificio municipal'). Me parece una grave equivocación. Es comprensible en el contexto de la emoción que a todos nos ha embargado el fallecimiento de estas jóvenes. Todos hemos pensado que había que tomarse decisiones rápidas y contundentes. Esto es lo que los ciudadanos pensamos bajo el efecto de la tragedia. En cambio, bajo el peso de lo racional, la decisión habría sido otra distinta a la adoptada por el Ayuntamiento. Si las fiestas van a seguir celebrándose, qué mejor que lo hagan en locales como los municipales que son los que mejores condiciones reúnen. Es lo más sensato. En cambio, la decisión adoptada obligará a los jóvenes a celebrar sus fiestas en locales peor acondicionados los que reduplicará los peligros y el riesgo de que sobrevenga una tragedia como la que comento. Me parece más sensato que se redupliquen los controles y estos serán más fáciles de implementar, también, en las instalaciones municipales. En definitiva, si el objetivo de interés público es garantizar la seguridad de los que participan en estos acontecimientos, la cesión de las instalaciones municipales es lo más adecuado. Estas instalaciones son las mejor preparadas. A los organizadores habrá que reduplicar el control y el cumplimiento de garantías reforzadas. Las autoridades municipales podrán llevar a cabo estos controles con más facilidad y rigor si las instalaciones son municipales. A mi juicio, estamos ante un ejemplo de sobre-reacción para compensar unas equivocadas declaraciones de las autoridades municipales que podrían interpretarse como un distanciamiento, incluso emocional, de la tragedia acontecida. Un ejemplo más de la denominada ley de Bachelart acerca de la bipolaridad de los errores.
En el momento presente con la corrupción como uno de los grandes protagonistas, uno de los temas de debate es el relativo a su fuente, su origen, al menos, psicológico. Dos palabras aparecen como recurrentes: avaricia y codicia. Son palabras muy próximas en su significado pero distintas. Según el Diccionario de la Lengua española, avaricia es el "afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas". En cambio, codicia es el "afán excesivo de riquezas." En ambos casos, se tratan de afanes, deseos, impulsos que tienen por objeto las riquezas. Las diferencias se sitúan, en primer lugar, en el cómo se hacen realidad tales impulsos. En el caso de la avaricia, es un deseo "desordenado". En cambio, de la codicia nada se dice, sólo que es "excesivo". Sin embargo, también el exceso está presente en la avaricia. Es más, se podría decir que el afán desordenado es, en sí mismo, un exceso. Así como también lo es el deseo de atesorarlas. En e...
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