Ir al contenido principal

Revolving door

Ahora que se inicia una nueva andadura en la Administración Obama se producen cambios en los puestos claves de aquella Administración. Uno de ellos es el que ha de afectar a los puestos relacionados con el Departamento de Justicia. Hace unos días, The New York Times daba cuenta de estos cambios e informaba del regreso del Associate Attorney General a su antiguo despacho de abogados (Senior Justice Dept. Lawyer Returns to Jenner & Block). Me ha resultado curioso, tal vez sea una ingenuidad por mi parte, cómo el director del despacho saludaba la llegada del nuevo-antiguo socio:
Anton R. Valukas, the chairman of Jenner & Block, said Mr. Perrelli “has developed strong relationships in Washington, D.C., and throughout the law enforcement community nationwide, particularly among state attorneys general, and he will be a tremendous asset to clients who face the most significant legal, regulatory and public policy challenges.”
No se puede decir más claro. Entre nosotros causaría escándalo que así se dijese. No se puede decir que se ha utilizado el cargo público para desarrollar unas "strong relationships" de la que se beneficiarán los clientes. Nosotros no podemos hablarlo, en Estados Unidos se puede verbalizar y exteriorizar lo que es una realidad. Es evidente que este es un valor muy apreciado por los despachos: las relaciones establecidas. Y este valor reportará beneficios al despacho. La conexión entre el mundo de los negocios y los despachos es amplia y muy abierta. Y se reconoce que la experiencia adquirida en el cargo luego será objeto de explotación y beneficio. Acceder al cargo está muy disputado, aunque la conexión política, allí y aquí, es muy importante. La disputa, la competencia, para acceder está relacionada, no sólo con la eventual vocación de servicio público, lo que no se puede negar por la evidente disminución de ingresos que supone, sino también por el futuro beneficio que se obtendrá al volver al mundo privado. Al menos, allí, se reconoce.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Avaricia o codicia?

En el momento presente con la corrupción como uno de los grandes protagonistas, uno de los temas de debate es el relativo a su fuente, su origen, al menos, psicológico. Dos palabras aparecen como recurrentes: avaricia y codicia. Son palabras muy próximas en su significado pero distintas. Según el Diccionario de la Lengua española, avaricia es el "afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas". En cambio, codicia es el "afán excesivo de riquezas." En ambos casos, se tratan de afanes, deseos, impulsos que tienen por objeto las riquezas. Las diferencias se sitúan, en primer lugar, en el cómo se hacen realidad tales impulsos. En el caso de la avaricia, es un deseo "desordenado". En cambio, de la codicia nada se dice, sólo que es "excesivo". Sin embargo, también el exceso está presente en la avaricia. Es más, se podría decir que el afán desordenado es, en sí mismo, un exceso. Así como también lo es el deseo de atesorarlas. En e

Puigdemont, inelegible

El Estado democrático de Derecho se asienta sobre un pilar esencial: el Derecho al que el Estado está sometido es el de los representantes del pueblo, expresado a través, fundamentalmente, de la Ley. ¿Qué requisitos deben reunir tales representantes? La Legislación los enumera como requisitos del sufragio activo y pasivo. La Constitución y, en su desarrollo, la legislación electoral, los especifica. La Ley orgánica de régimen electoral general (LOREG), detalla, en el artículo 3, quién no tiene derecho a votar (sufragio activo). A su vez, en el artículo 6, concreta quiénes no son elegibles (sufragio pasivo). En este artículo se enuncian, por un lado, los que no son elegibles por concurrir la razón de desempañar cargos en el Estado que devienen objetivamente incompatibles con la participación en la contienda electoral. Y, por otro, los que no pueden, por haber sido condenados por sentencia que imponga la pena privativa de libertad. En relación con ciertos delitos, incluso, no es ne

Yo estuve allí

Cientos de miles de personas nos manifestamos por las calles de Barcelona. La primera gran manifestación del constitucionalismo contra el secesionismo. Dimensiones históricas. Y simbolismo, igualmente, histórico. Se han soltado lágrimas de emoción; las de la felicidad. Toma cuerpo la otra Cataluña, la que resiste frente a la secesión, y, sobre todo, frente a su motor principal: el autoritarismo. Cataluña está dividida. El secesionismo la ha partido en dos. La otra mitad ha querido demonstrar su hartazgo; su rechazo. Su determinación a enfrentarse al golpismo. No se quedará cruzada de brazos. Una fiesta cívica. Una celebración de la españolidad y de la catalanidad. Se ha roto el tabú y el silencio. Asistimos a la reivindicación de la españolidad incluyente (“somos catalanes, somos españoles”) y democrática (“somos españoles, no fachas”, se gritaba). Es la que se enfrenta al secesionismo. No es una cuestión de historia, de patria, de ideología, … es una cuestión de libertad. Hay u