Tampoco Escocia. El escenario después de la independencia comienza a estar cada vez más claro. También en Escocia (Westminster rejects Alex Salmond claim on Scotland's EU membership). Se impone la lógica. El nuevo Estado no formaría parte de la Unión. No puede formar parte de la Unión. Si es nuevo, lo es a todos los efectos, incluidos los relativos a la pertenencia a distintas organizaciones internacionales de las que sólo pueden formar parte Estados. No puede surgir un nuevo Estado con el derecho natural o consustancial a formar parte de una organización internacional. Tendrá que solicitar su ingreso en la organización a la que, por lógica, no pertenece. Así sucederá, también, con la Cataluña independiente. La única diferencia entre la secesión unilateral y la pactada radica en la rapidez e, incluso, el éxito, del procedimiento de ingreso. En el primer caso, el ingreso no tendrá éxito por el rechazo de los demás miembros de la Unión. En el segundo, es razonable pensar que el ingreso será rápido aunque también salpicado de tensiones. En definitiva, el nuevo Estado deberá solicitar su ingreso en la organización internacional y tendrá o no éxito en función a cómo se ha desarrollado la secesión. Si es unilateral, las posibilidades de éxito son nulas.
En el momento presente con la corrupción como uno de los grandes protagonistas, uno de los temas de debate es el relativo a su fuente, su origen, al menos, psicológico. Dos palabras aparecen como recurrentes: avaricia y codicia. Son palabras muy próximas en su significado pero distintas. Según el Diccionario de la Lengua española, avaricia es el "afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas". En cambio, codicia es el "afán excesivo de riquezas." En ambos casos, se tratan de afanes, deseos, impulsos que tienen por objeto las riquezas. Las diferencias se sitúan, en primer lugar, en el cómo se hacen realidad tales impulsos. En el caso de la avaricia, es un deseo "desordenado". En cambio, de la codicia nada se dice, sólo que es "excesivo". Sin embargo, también el exceso está presente en la avaricia. Es más, se podría decir que el afán desordenado es, en sí mismo, un exceso. Así como también lo es el deseo de atesorarlas. En e...
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