Los que tenemos teléfono iPhone hemos actualizado al nuevo sistema operativo (iOS 6). La desagradable sorpresa ha sido la calidad de los mapas. Decidieron dejar de utilizar los de Google y los han sustituidos por los propios con unos resultados desastrosos, como es notorio (¿Problemas con los Mapas de Apple? Hay una aplicación para eso). En condiciones normales, no habrían podido superar un control básico o elemental de calidad y aún menos los estándares habituales en la compañía, ... pero lo hicieron. Han utilizado unos mapas defectuosos y una aplicación de nula calidad. No estamos acostumbrados, sobre todo, aquellos que como yo somos usuarios desde hace más de 20 años. Hace unos días exponía unas ideas sobre la subida estratosférica del valor. Cuando una empresa sube tanto y se asienta en la cumbre suele tener problemas de oxigenación. Es el comienzo del fin. Algunos así podrían pensarlo. Es sorprendente el fallo. Tan escandalosamente evidente que no se logra entender. La compañía ha reaccionado buscando más ingenieros (Apple busca a más ingenieros para mejorar sus mapas mientras TomTom se ofrece a ayudar). Es una mala señal. El error más grave está en la cúspide de la empresa que ha aprobado el lanzamiento de un producto tan escandalosamente malo.
En el momento presente con la corrupción como uno de los grandes protagonistas, uno de los temas de debate es el relativo a su fuente, su origen, al menos, psicológico. Dos palabras aparecen como recurrentes: avaricia y codicia. Son palabras muy próximas en su significado pero distintas. Según el Diccionario de la Lengua española, avaricia es el "afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas". En cambio, codicia es el "afán excesivo de riquezas." En ambos casos, se tratan de afanes, deseos, impulsos que tienen por objeto las riquezas. Las diferencias se sitúan, en primer lugar, en el cómo se hacen realidad tales impulsos. En el caso de la avaricia, es un deseo "desordenado". En cambio, de la codicia nada se dice, sólo que es "excesivo". Sin embargo, también el exceso está presente en la avaricia. Es más, se podría decir que el afán desordenado es, en sí mismo, un exceso. Así como también lo es el deseo de atesorarlas. En e...
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