Ya va cobrando sentido y coherencia el proyecto secesionista de los nacionalistas catalanes: la ilegalidad. Ya no se trata de respetar el principio democrático; se trata de incurrir flagrantemente en la ilegalidad (Mas convocará un referéndum aunque lo prohíba el Estado). Ya sabemos qué consecuencias tiene la ilegalidad: la reacción para restablecerla. Esto es lo que buscan y, además, cuanto más exagerada y desmedida se trate, mejor. Cuando peor, mejor. Esta es la consigna de los independentistas. En cambio, los constitucionalistas, sólo podemos responder con la Ley y dentro de la Ley, ni más ni menos pero con prudencia, sensatez.
En el momento presente con la corrupción como uno de los grandes protagonistas, uno de los temas de debate es el relativo a su fuente, su origen, al menos, psicológico. Dos palabras aparecen como recurrentes: avaricia y codicia. Son palabras muy próximas en su significado pero distintas. Según el Diccionario de la Lengua española, avaricia es el "afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas". En cambio, codicia es el "afán excesivo de riquezas." En ambos casos, se tratan de afanes, deseos, impulsos que tienen por objeto las riquezas. Las diferencias se sitúan, en primer lugar, en el cómo se hacen realidad tales impulsos. En el caso de la avaricia, es un deseo "desordenado". En cambio, de la codicia nada se dice, sólo que es "excesivo". Sin embargo, también el exceso está presente en la avaricia. Es más, se podría decir que el afán desordenado es, en sí mismo, un exceso. Así como también lo es el deseo de atesorarlas. En e...
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