En la tempestad de la secesión de Cataluña, los pusilánimes, los tibios y los timoratos serán sobrepasados por los acontecimientos. Mala señal. Otra más. El alcance de los políticos no va más allá de la punta de la nariz (El PSC se abstendrá ante la propuesta de consulta pactada entre CiU y ERC) Mala señal para el constitucionalismo. Otros más que han decidido apearse. Siempre nos quedará la esperanza de que, a pesar de tanto obstáculo, la claridad con la que el conflicto político y electoral se está planteado ayude a los confundidos a tomar conciencia de qué es lo que se juega el próximo día 25 de noviembre. Veremos.
En el momento presente con la corrupción como uno de los grandes protagonistas, uno de los temas de debate es el relativo a su fuente, su origen, al menos, psicológico. Dos palabras aparecen como recurrentes: avaricia y codicia. Son palabras muy próximas en su significado pero distintas. Según el Diccionario de la Lengua española, avaricia es el "afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas". En cambio, codicia es el "afán excesivo de riquezas." En ambos casos, se tratan de afanes, deseos, impulsos que tienen por objeto las riquezas. Las diferencias se sitúan, en primer lugar, en el cómo se hacen realidad tales impulsos. En el caso de la avaricia, es un deseo "desordenado". En cambio, de la codicia nada se dice, sólo que es "excesivo". Sin embargo, también el exceso está presente en la avaricia. Es más, se podría decir que el afán desordenado es, en sí mismo, un exceso. Así como también lo es el deseo de atesorarlas. En e...
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