Asombroso. Para aquellos, entre los que me encuentro, que hemos sido "fieles" a la marca de la manzanita desde hace más de 20 años, ver cómo el valor de la acción sube y sube (Apple rompe la marca de los 700 dólares por acción y se valora en 656 mil millones de dólares). Aquellos tiempos gloriosos de la resistencia. Aquellos felices 80, aquellos donde tenías que aguantar a un Vicerrector (hoy consumado progre) que en la Comisión de informática de la Universidad te afirmaba, con cajas destempladas, que aquí nunca habrá ordenadores "esos" ¿por qué? Porque lo decía él. Y, ahora, representa todo lo contrario. Ahora, son los tiempos de la gloria y del reconocimiento. Los tiempos del éxito bursátil. Sin embargo, la gloria, el reconocimiento, el triunfo, la cumbre ... tiene su peligrosa contrapartida. Creo observar, después de tantos años de ser un, incluso, un sufrido, usuario, cierto agotamiento. La muerte de nuestro líder, Steve Jobs, ha significado la desaparición de esa fuente, casi inagotable, de inspiración. Escalar la cumbre es más inspirador que mantenerse en ella. Creo que Apple ha comenzado, desgraciadamente, a pensar en mantenerse en la cumbre. Está en la cumbre y no necesita nada más salvo mantener la renta, importantísima, que ya mantiene. La diferencia con los competidores es extraordinaria. Además, estos se están limitando a seguir/copiar al que está en la cumbre. Es mala señal. Ojalá me equivoque. ¿Es el comienzo del fin de la magia? ¿es el comienzo del fin de lo extraordinario? Veremos.
En el momento presente con la corrupción como uno de los grandes protagonistas, uno de los temas de debate es el relativo a su fuente, su origen, al menos, psicológico. Dos palabras aparecen como recurrentes: avaricia y codicia. Son palabras muy próximas en su significado pero distintas. Según el Diccionario de la Lengua española, avaricia es el "afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas". En cambio, codicia es el "afán excesivo de riquezas." En ambos casos, se tratan de afanes, deseos, impulsos que tienen por objeto las riquezas. Las diferencias se sitúan, en primer lugar, en el cómo se hacen realidad tales impulsos. En el caso de la avaricia, es un deseo "desordenado". En cambio, de la codicia nada se dice, sólo que es "excesivo". Sin embargo, también el exceso está presente en la avaricia. Es más, se podría decir que el afán desordenado es, en sí mismo, un exceso. Así como también lo es el deseo de atesorarlas. En e...
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