Una más. Mala señal, muy mala. El President de la Generalitat (Mas: "Las leyes son importantes; pero también lo es la voluntad del pueblo") no desaprovecha el día para indicarnos cuáles es el camino que pretende seguir. Un camino cada vez más alejado de los parámetros democráticos. Se contrapone Ley-Constitución y voluntad del pueblo. Es la antesala al fascismo. Estamos hablando de Ley y Constitución de un Estado democrático que pretende ser superadas por la llamada al pueblo. No quiero decir quién lo había dicho con anterioridad. Todos lo tenemos en mente y sabemos cuál fue el resultado. Es un desvario y un mal presagio de lo que se avecina. Se es demócrata para exigirle al otro que cumpla aquellas reglas que no me las exijo ni cumplo yo. Mal, muy mal. Alguien se perdió estas lecciones democráticas básicas en la Escuela. Todo cobra sentido.
En el momento presente con la corrupción como uno de los grandes protagonistas, uno de los temas de debate es el relativo a su fuente, su origen, al menos, psicológico. Dos palabras aparecen como recurrentes: avaricia y codicia. Son palabras muy próximas en su significado pero distintas. Según el Diccionario de la Lengua española, avaricia es el "afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas". En cambio, codicia es el "afán excesivo de riquezas." En ambos casos, se tratan de afanes, deseos, impulsos que tienen por objeto las riquezas. Las diferencias se sitúan, en primer lugar, en el cómo se hacen realidad tales impulsos. En el caso de la avaricia, es un deseo "desordenado". En cambio, de la codicia nada se dice, sólo que es "excesivo". Sin embargo, también el exceso está presente en la avaricia. Es más, se podría decir que el afán desordenado es, en sí mismo, un exceso. Así como también lo es el deseo de atesorarlas. En e...
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