El sentido común comienza a abrirse paso, también, en el ámbito de la Unión Europea. No cabe la secesión unilateral de Cataluña ni de ninguna región de ningún país de la Unión. Así lo ha querido dejar claro la polémica Vicepresidente de la Comisión la Sra. Reding en una carta remitida al Gobierno español (Bruselas rechaza una Cataluña independiente dentro de la UE). Con esta carta pretende resolver las dudas por sus confusas palabras recogidas por un periódico de Sevilla y que aquí fueron comentadas. Se impone la lógica básica y más elemental: 1) la cuestión de la secesión es una cuestión interna de cada Estado que estos resolverán conforme a sus normas constitucionales y legales, 2) si la secesión se pretende llevar a cabo en contra de tales normas, la Unión no la reconocerá y 3) en todo caso, haya secesión pactada y, en particular, unilateral, el nuevo Estado deberá solicitar su ingreso en la Unión. Estas son las ideas básicas que se van abriendo paso a pesar de la confusión alentada por los secesionistas.
En el momento presente con la corrupción como uno de los grandes protagonistas, uno de los temas de debate es el relativo a su fuente, su origen, al menos, psicológico. Dos palabras aparecen como recurrentes: avaricia y codicia. Son palabras muy próximas en su significado pero distintas. Según el Diccionario de la Lengua española, avaricia es el "afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas". En cambio, codicia es el "afán excesivo de riquezas." En ambos casos, se tratan de afanes, deseos, impulsos que tienen por objeto las riquezas. Las diferencias se sitúan, en primer lugar, en el cómo se hacen realidad tales impulsos. En el caso de la avaricia, es un deseo "desordenado". En cambio, de la codicia nada se dice, sólo que es "excesivo". Sin embargo, también el exceso está presente en la avaricia. Es más, se podría decir que el afán desordenado es, en sí mismo, un exceso. Así como también lo es el deseo de atesorarlas. En e...
Comentarios
Publicar un comentario