Las palabras, la importancia de las palabras. El juego de las palabras por encima del rigor, por encima de la corrección. El secesionismo presume de cumplir con la legalidad, con el respeto de la democracia. A tal fin, la legalidad y la democracia se construyen según su probado criterio jurídico y democrático. Es la legalidad y la democracia a la medida del que no es ni legal ni democrático. Otra muestra más. Hace unos días el President Mas contraponía legalidad con democracia. Ahora el Conseller de Interior, al hilo de unas amenazantes declaraciones (¿qué habría sucedido si estas mismas declaraciones las hubiese realizado el Ministro del Interior?) (Los Mossos 'estarán al servicio' de la Generalitat si se prohíbe la consulta) nos aporta una nueva perla:
El conseller ha pedido respeto a la legalidad y señalado que, en este contexto de cambio, "podrá haber momentos en que haya gente que quiera contraponer una legalidad jurídica a una legalidad democrática"Según el Conseller hay legalidad jurídica, luego habrá legalidad no jurídica que, además, se contrapone a la legalidad democrática, porque, según parece, hay una legalidad no democrática. Y todo esto constituye un mix explosivo en el que no se sabe qué es la legalidad que no sea jurídica y cómo se puede contraponer aquella legalidad jurídica con la legalidad democrática que es, además, distinta a aquella. En definitiva, lo que nos quiere decir es que la legalidad jurídica es la constitucional que puede ser subvertida mediante la "legalidad" sedicentemente democrática derivada de la consulta al pueblo catalán. En primer lugar, la legalidad sólo es la jurídica; no hay una legalidad no jurídica. Esto es una obviedad escandalosa. En segundo lugar, en un Estado democrático toda la legalidad-jurídica es democrática. No hay legalidad no democrática en un Estado democrático. Y en tercer y último lugar, no hay consulta democrática del pueblo catalán en contra de la legalidad democrática del Estado constitucional. La opinión del pueblo obtenida de resultas de una consulta ilegal está viciada ad radice por lo que carecería de cualquier validez, incluso, política. De lo que es flagrantemente ilegal no puede extraerse nada valioso y aún menos la expresión de ninguna voluntad de nadie y de nada. Estos son principios básicos del Derecho, del Estado de Derecho y de la democracia. El secesionismo sigue caminando por su camino, al margen del Derecho, del Estado de Derecho y de la democracia.
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